'Coda'

"Mi intención ha sido mostraros a todos los que habéis parado un rato en estas dos páginas, otros mundos artísticos que existen en este mundo y que quizá no sean tan conocidos"

Gio Yáñez
11/09/2016
 Actualizado a 31/08/2019
El artista y productor berciano Javier Vecino.
El artista y productor berciano Javier Vecino.
Escribir siempre ha sido para mí una manera de ordenar pensamientos. Una suerte de exorcismo mental sin mas pretextos ni ambiciones que navegar por algunos rincones de mi cabeza que no visito todos los días. El proceso, a veces, se parece mucho a componer. No sabes de dónde va a venir, no sabes cuándo, pero lo vas buscando. Estableces una frecuencia propicia, enciendes el radar y cruzas los dedos. Con los años dedicados a practicar esta especie de contemplación vas ganando confianza en el método, que no es matemático claro, y a veces, simplemente no encuentras nada. Ya puedes ponerte del revés, buscar debajo del sofá o qué sé yo. Lo mejor es que no se puede forzar, tienes que relajarte, como en una de las películas de Harry Potter donde los protagonistas caen presos de una planta que los asfixia si se ponen nerviosos y luchan contra la situación. Descubren el truco y con diferentes fortunas lo aplican. Aquí es lo mismo, el proceso creativo es todo un misterio.

Por eso hacia el final de junio, cuando aceptaba encantadísimo la invitación a colaborar en estas páginas durante el verano, me lo tomé como una especie de desafío personal. Sabía de sobra, a pesar de estar a punto de comenzar las “vacaciones”, que iba a tener viajes, talleres, semanas fuera, conciertos, el Km.251...además de preparar el nuevo curso en La Casa del Jazz, seguir estudiando...vamos, mi mundo. Era precisamente toda esa pequeña vorágine la que me empujaba a aceptar teniendo presente que me iba a forzar a tener que escribir en cualquier lugar, como así ha sido. En ocasiones hoteles, en otras, cualquier lugar que tuviera wifi; en trenes, incluso casi sin dormir... ¡y no he dejado de hacerlo ni una sola de esta diez semanas! Estoy muy contento por ello conmigo mismo. Más allá de lo inspirados o no que hayan salido, mi intención ha sido mostraros a todos los que habéis parado un rato en estas dos páginas, otros mundos artísticos que existen en este mundo y que quizá no sean tan conocidos.
No es el caso del protagonista del último impromptu de este verano, mi querido amigo Javier Vecino, músico, compositor, actor, productor, narrador y uno de los fundadores de la compañía de teatro berciana Conde Gatón, que en nada van a cumplir la friolera de 50 años de andadura.

Javier es uno de los tipos indisociables de la trinchera cultural del Bierzo que resiste desde hace mucho tiempo. 

Quizá su perfil bajo no ayuda a que algunos despistados conozcan su trabajo pero a poco que os fijéis veréis su huella en múltiples proyectos. Vive en el barrio, por lo que frecuentemente nos cruzamos. Él precisamente fue uno de los que más buena energía me contagiaba cuando comencé con La Casa del Jazz, cosa que le agradeceré siempre. Regularmente nos marcamos unas cañas o unos cafés y nos ponemos al día. Siempre me pide algún disco mío para regalar a algún colega o conocido, que encima paga, bajo amenaza de enfado si no le quiero cobrar. Un tío genial que no solo hace esto con mis discos, sino con los de muchos otros compañeros del terruño, cosa que quizá no sepáis y que deberíais de agradecerle.

Cuando quedamos, hablamos de cosas de artistas, en el mejor de los sentidos. Y como siempre que estoy con alguien que sabe mucho más que yo, escucho. Me empapo de historias y de percepciones que a pesar del salto generacional, no son muy diferentes a la hora de abordar la realidad cultural que nos rodea. Me encanta la pasión con la que habla de su faceta musical.

Trabajos que le inspiran, estilos; por supuesto también me descubre músicos fantásticos desconocidos para la mayor parte del personal. Es ese tipo de gente genial que escasea y que en una tarde, por ejemplo, te envía un audio de un vinilo de jazz húngaro imposible de encontrar que está en su colección.

El vinilo en cuestión tiene además un homenaje a Charles Mingus, una de las tres fotos que coronan La Casa del Jazz y esa tarde te llevas una alegría inesperada.

Cualquier pelele que como yo, comienza en estas aguas turbulentas que son la creación artística, acompañando una labor de difusión cultural (jazz y música moderna en mi caso) debiéramos conocer a gente como Javier, valorarlos e intentar que como mínimo, se nos pegue algo. Fomentar sinergias para poder colaborar y aprender junto a tipos así. Lo que he ido viendo en estos años desde que lo conozco es que su dimensión humana es del tamaño del mundo. Además de una profesionalidad y seriedad en los propósitos impecable. Sigue apasionado por lo suyo y lo transmite, contra viento, marea, instituciones y ministerios y eso, señores, se merece un reconocimiento. Bien espero que en este aniversario de la compañía se les ponga en primera plana y como mínimo se les agradezca la labor que vienen desempeñando desde hace tantos años como 50. No conozco a mucha gente de la compañía, pero algo me dice que en esta ocasión, tomar la parte (Javier) por el todo no andará muy lejos de la realidad.

Con un guiño a Javier Vecino y a los compañeros de Conde Gatón concluyo mi colaboración de verano en este diario, agradecido al mismo por invitarme a compartir sus páginas, y agradecido también a todos los lectores que habéis escuchado mis impromptus y a los que me habéis escrito para comentar cosas y poner otras en común.

Estoy a vuestra disposición intentando hacer del mundo un lugar mejor en La Casa del Jazz.
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