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El bar de Europa

24/08/2020
 Actualizado a 24/08/2020
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Entre el estado de alarma con sus decretazos y las irrupciones con nocturnidad en el BOE de las medidas adoptadas y el desgobierno de ahora mientras nos están dando a entender que se desbocan los contagios, se supone que lo más razonable sería el término medio. Como en otras muchas cosas, al fin y al cabo.

Pero los señores de la cartera negra se van de vacaciones como si el problema se hubiera solucionado en el mismo momento en que se acabó la última prórroga del estado de alarma y mi tocayo se lavó las manos cediendo la responsabilidad a las comunidades autónomas.

Tal vez los de a pie no lo entendimos bien, pero en los expedientes del famoso comité de expertos estaba la posibilidad de que este dichoso virus entiende de barreras territoriales y la intención inicial era pretender salvar la campaña de verano en zonas turísticas donde remontar la situación va a ser muy complicado.

Todos somos novatos en esto, cierto, pero supongo que una pandemia de estas características requiere una coordinación sensata y de carácter nacional porque no es razonable que un tema tan serio, con repercusiones sanitarias y económicas nunca antes imaginadas, esté a expensas de lo que cada uno de los 17 reinos de taifas –con sus gobiernos de a dos o de a tres colores– decidan en cada momento.

Luego, en el caso de tener que adoptar determinadas medidas de confinamiento en un pueblo, barrio o zona sanitaria, ahí entran los jueces y su manera de interpretar la norma. Y le recuerdo que la justicia tampoco dice lo mismo en todos los sitios de España ni siquiera en lo que concierne las limitaciones acordadas para todo el territorio nacional.

Pero a pesar de todo esto nos sigue sorprendiendo que fuera de España nos consideren el bar de Europa, donde no importa lo que esté pasando en la calle porque nos vamos de copas, donde uno de los principales reclamos es que se reparten tapas gratis y en el que la máxima expresión del talento está sobre un tapete de cartas, sin olvidar que el que se pasa de la raya con las copas es, a veces, el que más gracioso resulta.
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