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El arte de conversar

23/02/2021
 Actualizado a 23/02/2021
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Últimamente valoro mucho esa necesidad que todos tenemos de conversar, un auténtico privilegio en estos tiempos raros. Arte sutil, no solo porque exige sinceridad, oportunidad y delicadeza sino también porque requiere estar dispuestos a «salir diferentes» con lo que entraña de riesgo y de confianza. En una auténtica conversación, alma con alma, intercambiamos opiniones, pareceres, sensaciones y emociones en respeto absoluto y alejados del monólogo, de la conferencia, del ordeno y mando, de la reprimenda, del «yo estoy aquí y tú aquí y esto es lo que hay».

Y requiere tiempo. En sus cursos de orientación familiar, mi hermano David insiste en la necesidad de generar «conversaciones de calidad», esas que no se limitan a gestionar. Y anima a sacar tiempo para hablar con la pareja como «al principio»: de lo que uno lleva dentro, de lo que le preocupa, de lo que le apasiona, alejado de tópicos y de las últimas noticias. Tiempo para conversar, de tú a tú, en un clima de cordialidad donde todo se puede decir porque todo se puede escuchar, porque te sientes comprendido y amado. En el diálogo no hay lugar para ofensas.

Y requiere silencio. Porque no se trata de soltar nuestro rollete. El reto es dialogar, conversar. Como hace un buen entrevistador, capaz de seguir el hilo de las respuestas porque escucha en silencio –como Momo– y absorbe lo que le dicen y, de ahí, nacen nuevas preguntas, nuevos enfoques. Por eso, la conversación es transformadora. Nos cambia y cambia todo.

Y supone salir del yo. Porque requiere abrirnos, aunque dé miedo o pudor mostrarnos tal cual y prefiramos dejar ver solo esa imagen superficial que laboriosamente hemos ido construyendo. Y abrirse al otro, sin prejuicios, con infinito interés por lo que nos dice, dispuestos a que nos transforme y nos revele eso que jamás hubiéramos pensado, intuido o sentido.

Y supone la presencia del otro. Porque, siendo útiles los medios tecnológicos, implica tocar, abrazar, oler, descubrir en la mirada del otro lo que le ocurre, intuir el peso de su alma en su andar cansino.

¿Uno de los motivos que me llevan a escribir?: Me encanta generar conversaciones, que un aforismo o un microrrelato sea la chispa que encienda una hoguera. Qué ha sugerido, a dónde ha llevado…

Uno de los libros que estoy estudiando es ‘Las conversaciones que no tenemos’, de Álvarez de Mon. Les sugiero leerlo y después…hablamos.
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