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El adiós del rey, de la política marquesa y del Dios del balón

03/09/2020
 Actualizado a 03/09/2020
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Menudo veranito hemos dejado atrás. Éramos conscientes de que sería algo atípico debido a la Covid-19, pero en las hemerotecas este verano quedará marcado en rojo debido a algunas inesperadas y sorprendentes despedidas. Eso sí, el adiós más esperado por todos, tendrá que esperar. Y no sean mal pensados, me refiero al coronavirus, no a ningún bípedo más o menos relevante del panorama patrio.

Hasta este año la temporada estival ha sido siempre un calvario para los periodistas, porque quitando los incendios y algún que otro hecho funesto, como accidentes de tráfico y el ahogamiento en piscinas o playas, nos encontrábamos ante el más estresante vacío. Había que llenar páginas y minutos de contenido de calidad aceptable y les aseguro que era una ardua tarea. Bien es cierto, que al final de una manera más o menos digna se conseguía ir tachando las fechas en el calendario hasta la vuelta de vacaciones de nuestros políticos y la reactivación de sus agendas.

Pero este verano, les aseguro que en las redacciones no han tenido que tirar de ningún comodín para cubrir espacios vacíos. Y no me refiero sólo a la Covid-19 y todo lo que le rodea, sino a las despedidas de las que hemos sido testigos y de las que me quedo con las de un cazador cazado caído en desgracia, una política marquesa que ha sido decapitada y la de un supuesto Dios del Olimpo deportivo que ha anunciado que quiere abandonar el paraíso terrenal español.

Lo sucedido con el cazador emérito, no ahora sino desde hace ya varios años, es más que irónico. Quién nos iba a decir que iba a coincidir más o menos en el tiempo la subida al trono de una periodista, con la apertura de la veda para que la prensa disparara a la realeza, habiendo sido abatidos de momento dos piezas con pedigrí, una de ellas lleva ya tiempo entre rejas y la otra se ha autoconfinado en una celda con barrotes de oro. Ahora sólo queda esperar si la realidad de lo sucedido tiene un color tan negro como el del petróleo que ejerce de colchón en su nueva morada. Parece que fue hace mucho tiempo, pero hasta hace muy pocos años había una ley no escrita en el periodismo de nuestro país por la cual no se podía buscar las cosquillas a la Casa Real. Incomprensible, pero cierto. Al menos en esto sí que hemos avanzado en aras de la transparencia real, nunca mejor dicho.

Por otro lado, lo ocurrido a la marquesa de Casa Fuerte no es nuevo y son muchas las personas que son decapitadas en el marquesado político por sus supuestos compañeros de partido. Algunos verán a Cayetana Álvarez de Toledo como víctima de Pablo Casado y otros considerarán que se ha suicidado políticamente con sus declaraciones. Lo que está claro es que la disidencia, tanto en la vieja como en la nueva política, no está permitida. Lo de la pluralidad de opiniones dentro de cualquier partido político español es un ‘canto de sirenas’. El que mejor resumió lo que es la disciplina de partido fue hace ya unas décadas Alfonso Guerra cuando dijo eso de que «el que se mueve, no sale en la foto».

Y finalizamos con el pequeño argentino subido a los altares futbolísticos hasta ser idolatrado como un Dios por millones de personas. Todavía no se sabe si finalmente acabará cambiando de elástica, pero el anuncio de su deseo de escapar de la ciudad condal se ha convertido en una mina de oro para el periodismo español e internacional. Tanto sus seguidores como detractores tendrán que reconocer que al menos ha sido coherente y ha pretendido cerrar con maestría el círculo de celulosa de su historia de amor con el FC Barcelona. Lo que empezó con una servilleta de papel, quizás acabe con un burofax.

Nadie podrá discutir que este verano, independientemente de la Covid-19, ha sido algo más que entretenido gracias al rey emérito, a la política marquesa y al Dios del balón.
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