24/08/2021
 Actualizado a 24/08/2021
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En estos momentos resulta casi imposible alejar de nuestras mentes el tema Afganistán, un pueblo que parecía haber logrado poco a poco una serie de conquistas sociales acordes con el respeto a los derechos humanos. A ello había contribuido la entrega generosa de soldados de diversos países, incluida España y, por supuesto, de los Estados Unido. La salida precipitada e irresponsable de las tropas ha hecho que los tristemente famosos talibanes hayan acabado con todo, sin apenas esfuerzo.

No faltan en nuestros días bastantes personas que se dicen progresistas y pacifistas que, si de ellas dependiera, harían desaparecer los ejércitos, más bien los propios que no los de los enemigos. Ya sabemos que las guerras hacen mucho daño, pero no podemos ser tan ingenuos como para pensar que la eliminación de las fuerzas armadas sería el mejor camino para encontrar la paz. Otros aprovecharían esta indefensión para imponerse sobre los pueblos y personas desarmadas. La frase de Publio Flavio Vegecio, tocayo de mi padre, no anda desencaminada: “Si vis pacem, para bellum”, esto es, “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”. No se trata tanto de atacar al enemigo, cuanto de disuadirlo.

Sobre todo entre la gente más progre siempre ha habido una tendencia a criticar a los Estados Unidos y puede que no todo lo hayan hecho bien, como es el caso de Vietnam. Pero en momentos clave de la historia reciente su intervención ha sido muy oportuna y beneficiosa, desde el desembarco en las costas de Normandía hasta la guerra de los Balcanes. Como oportuna fue la actuación de Ronald Reagan para pararle los pies al amenazante Gadaffi.

Por todo ello hemos sentido una enorme decepción al ver cómo el señor Biden decidía sacar las tropas de Afganistán. Inevitablemente nos traía a la memoria al infausto Zapatero tan obsesionado por sacar las tropas españolas de Irak. Afortunadamente cada vez más, sobre todo en los países libres, se tiene muy claro que la función de los ejércitos no es tanto hacer la guerra, cuanto ayudar a la paz y al desarrollo con una impresionante labor humanitaria. Un ejemplo claro es de la Unión Militar de Emergencias, siempre tan apunto para la extinción de los incendios o los rastreadores para hacer frente a la propagación del Covid.

En este preciso momento, ¿no es vergonzoso que los talibanes puedan campear a sus anchas y que la llamada sociedad civilizada permanezca indiferente ante sus atrocidades? ¿Acaso no sería legítimo, justo y necesario intervenir militarmente y poner freno a esos desalmados?
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