Imagen Juan María García Campal

¿Educación? ¡Cállate Platón!

10/06/2020
 Actualizado a 10/06/2020
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Duda este escribidor si a pesar de constar en vario registro como estudiante –aun los paternales desvelos y las fraternales recomendaciones– en realidad lo fue alguna vez más allá de lo que se extendía un currículum recibido, leído y atendido en su trabajo –paradójicamente en la administración educativa–, allá por los pasados años setenta, que señalaba entre otros méritos: «sabe leer y escribir y las cuatro reglas para su apaño». No obstante, créanme, recuerdo nombres y voces de algunos profesores que me condujeron, seguro con gran paciencia, hacia el placer de la lectura, el arte y la naturaleza.

Así, escarmentado en cabeza propia, observo con sorpresa cómo, en medio del vocerío que provoca toda política gubernamental, apenas si ha habido ruido con respecto al futuro de nuestro sistema educativo y universitario, por menos importante que se tenga política y socialmente que las terrazas, piscinas, playas, caza, pesca y sacrosanto fútbol.

Apenas si unos eufemismos de la ministra de Educación, Celaá, para colar el pase general y unas gracietas del de Universidades, Castells, para marear euros y persistir en diecisiete selectividades.

Ante tal desidia social y política se me ha encendido el lado jacobino que me hace considerar que derechos y servicios como Educación, Justicia y Sanidad (dudo ahora también si las fuerzas de seguridad del Estado) deberían ser competencias exclusivas del Estado, ya que son de los que más igualan y preservan vida y ejercicio de la ciudadanía.

Mas, cómo digo ciudadanía. Si, ante tan silencioso panorama, me pregunto si, ¿a los variopintos partidos con capacidad gubernativa no les asustará la idea de la Grecia clásica, de la Europa más ilustrada y liberal, de ‘paideia’, de la educación y formación que va convirtiendo a las personas niñas y jóvenes en ciudadanos?; si, ¿no existirá un callado consenso en silenciar a Platón por creer y enseñar que «el objetivo de la educación es la virtud y el deseo de convertirse en un buen ciudadano»?; si, ¿acaso, tan fervorosos constitucionalistas todos, habrán olvidado en el fragor de sus batallas que el artículo 27 de nuestra Constitución dice que «la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales»?

¿Será que ningún partido quiere ciudadanos y sí súbditos gregarios, operarios de sus intereses, ecos de sus broncas?

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos. Cuiden, cuídense.
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