Ecologismo de pintura

30/03/2021
 Actualizado a 30/03/2021
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Me taladran las frases que acaban en un color. Y si es verde, la sincronía con ella se vuelve desconfianza de un plumazo. Es culpa del camino recorrido. De las mentiras palpadas cuando alguien pone en un panfleto algo así como laventa de una ciudad sostenible, ecológica, verde. Y ese remate te hace mirar de reojo buscando la sintonía cromática de la metáfora. Y en seguida pasa a paradoja. Porque de frente, te paras en un Pajariel que aún tiene cicatrices negras de la tintura del fuego y que ha consensuado, no sé con quién, vestirse de tierra ahora para facilitar el tránsito de los vehículos hasta su cumbre. El verde pino se ha convertido en pista porque hacer botellón con la panorámica de Ponferrada de frente no tiene precio pero sí valor. Del lado del Morredero, se adueñan de la nieve los molinos de viento que se afanan en ser productivos. Venga a menear ese cuerpecín escueto desde lejos, barrote del viento y surtidor de bombillas. Allí está todo el espacio verde que la ciudad debía repartirse porque un plan general de ordenación urbana dijo amén. Y más de cerca, con la retina puesta en el asfalto. La ciudad se nutre de un humo que la convierte en un champiñón con una capota entre amarilla y gris. La pintura la ponen los miles de coches que surten sus venas de combustible. Los menos se apostillan eco, híbridos, eléctricos, porque además hay que rascarse el bolsillo hasta el tobillo para tomar la decisión de que es lo adecuado llenar el platillo de la balanza con los pros. Y después de intentar conquistar ese pequeño espacio de conciencia de cada uno, lo que te quedaba en el otro bolsillo y que va a la caja de lo común, se encaja con solturaen unos gigantes blanquiazules, eso sí, de gasoil del bueno, porque en Endesa, hija berciana, ni se piensa . Puesta en valor la decisión personal y la colectiva, las cuentas a una le salen en negativo. Y es que lo del verde no era una metáfora ecologista, era realmente un brochazo de pintura plástica.
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