16/09/2021
 Actualizado a 16/09/2021
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España es, seguramente, el país más avanzado de Europa en lo referente a las medidas tomadas para lograr una transición ecológica plena y total. Tanto que, también seguramente, muchas de esas medidas no estén bien pensadas. Somos, como siempre, más papistas que el Papa de Roma, más talibanes que los que gobiernan Afganistán. Es lo que tiene discutir las medidas en la ‘Bodeguilla de la Moncloa’, entre cuatro colegas, con todas las Mahou que uno quiera y lonchas de jamón ‘ambute’ y no en el Consejo de Ministros y en el Parlamento, que es dónde se deberían hablar y consensuar.

La pega más grande que uno encuentra es que no todos los territorios que forman el Estado van a ir al mismo ritmo. No es lo mismo implementar esas medidas en un lugar dejado de la mano de Dios, despoblado y pobre, como León sin ir más lejos, que en la fachada mediterránea o en Madrid. En estos lugares hay mucha población, mucha industria y, además, acogen a casi todos los turistas que nos visitan. A toda esa gente hay que darla de comer, de beber, tienen que utilizar todos los días su coche o los servicios de transporte público y necesitan zonas de esparcimiento. A título de ejemplo, la mayoría de los campos de golf que existen en España están en estos sitios. Digo lo del golf porque un campo, para que esté en condiciones, chupa agua como un borracho después de una noche de resaca; mucho más que las vacas y que las ovejas y andará a la par con lo que necesita un campo de maiz. España, por desgracia, no es Inglaterra. Aquí, las sequías serán cada vez más pronunciadas, (por culpa del famoso cambio climático), y si no llueve, a ver como coño vamos a sobrevivir. Os recomiendo, muy encarecidamente, que entréis en Internet y que busquéis un mapa físico de España: veréis que el secarral llega hasta Mansilla de las Mulas. Del padre Esla para arriba, todo es verde; para abajo, un desierto. Sin entrar a discutir eso de que «el agua es para el que la tiene», no podemos negar que a esta provincia le tocó el gordo en la lotería de los recursos hidráulicos. Los leonesistas, ¡claro!, no quieren que nuestros pantanos irriguen los campos de Castilla y bien dan la tabarra con ello, aunque uno no esté de acuerdo con semejante simpleza ideológica. No tienen razón.

León se ha quedado sin minas de carbón, con lo que ello representa de caída en la renta per cápita provincial y en el desarraigo de la población en las cuencas. Éstas son víctimas colaterales de la primera medida de la transición ecológica. Vendrán más, pero nos afectarán sobre todo a nosotros, a los zamoranos, a los sorianos. Como dije, somos cuatro gatos, con una renta anual ridícula comparada con la de los madrileños, los valencianos o los catalanes. No somos importantes; es más, para los que mandan somos prescindibles, como las malas hierbas que escabamos en la huerta. Y luego está la oposición frontal de la gente a la instalación de ‘huertos solares’ y ‘aerogeneradores’ en sus pueblos y comarcas. Uno, la verdad, no lo entiende demasiado. Sí, sé que estéticamente dan el cante, pero, si no podemos sacar carbón, si el petróleo o el gas natural tienen los días contados, si estamos en contra, yo el primero, de las centrales nucleares, ¿con qué funcionarán todos los electrodomésticos que tenemos en casa?, ¿cómo van a circular los coches eléctricos? Hablando de coches…; miré con curiosidad malsana una de esas páginas que comparan los precios de los automóviles. Un ‘Seat Mii electric’ se vende por 19.000 pavos y no deja de ser una caja de zapatos con ruedas. Ese mismo coche, en su versión de gasolina, costaba hace bien poco 10.000, y seguía siendo igual de telar. ¿Existe, de verdad, una diferencia de 9.000 euros entre ambos modelos? Y, al precio que está la puta luz, recargar las baterías debe de salir a precio de geisha de lujo.

Al final, por desgracia, todo se reduce a lo mismo: sólo podrán adquirirlos los ricos, y para este viaje no se necesitaban tantas alforjas.

Este gobierno que padecemos está errado. Nos distrae con mariconadas que tienen poca importancia en el resultado final de la vida, (el feminismo, los LGTBI, el ecologismo, etc), pero abraza sin pensar los postulados de los neoliberales en la economía y en el tema social. Cada vez que leo en los periódicos que la UGT o los CCOO hacen un ERE entre sus empleados, me como los huevos. ¿Estamos locos?, ¿cómo van a defender a los obreros con estos antecedentes? Y una explición: no quiero líos con el director, por lo que aclaro que no estoy en contra de las feministas, los LGTBI ni contra nadie. Sólo digo que no se preocupan de lo que debería ser importante. No podemos seguir asistiendo, sin que el Gobierno haga nada, a la bajada de los sueldos, (no es de recibo que cobre más un jubilado que un trabajador), a la subida de la energía y a tantas otras cosas que son fundamentales para sobrevivir.

Salud y anarquía.
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