Donde hubo fuego...

El acordeón y la montaña occidental han sido ‘novios’ durante muchos años, en aquellas comarcas de Laciana, Babia, Omaña era el instrumento rey y ‘donde hubo fuego siempre quedan brasas’

Fulgencio Fernández
18/08/2016
 Actualizado a 19/09/2019
Curiosa imagen del que primero fuera alumno de ilustres acordeonistas, Borja Tablado, ejerciendo de profesor.
Curiosa imagen del que primero fuera alumno de ilustres acordeonistas, Borja Tablado, ejerciendo de profesor.
En las entregas anteriores de este repaso por la música tradicional de la Montaña Occidental Leonesa, en la que el instrumento rey parece claro que es el acordeón, se han ido sucediendo los nombres y las historias de los pioneros, de aquellos músicos que le pusieron banda sonora a muchas décadas, alegría a muchas celebraciones, baile a muchas noches de fiesta...

La pregunta inevitable es qué fue de aquella historia ¿Es cierto que donde hubo fuego, de la música en esta ocasión, queden las brasas de su presencia en la vida diaria? Pues la realidad es que sí. Es gratificante, por ejemplo, ver a muchos jóvenes en el Encuentro de Acordeonistas que organiza Norberto Magín, llegar a las celebraciones estivales de Murias de Paredes y encontrar tocando la acordeón a la joven Ana Sarmiento, que en la romería de Carrasconte lo haga la omañesa Haydee Calvo, que otro lacianiego, Borja Rodríguez Tablado, reciba un galardón en Zamora y lo celebre dando un máster de acordeón para alumnos de la edad de quienes fueron sus profesores en su infancia, aunque después llegara el Conservatorio... Y un largo etcétera que se podría ir desgranando.

En la documentación que maneja Norberto Magín, alma mater de este recorrido semanal, apuntaba una breve reseña al hablar del Encuentro que él mismo organizó el año pasada en Vega de Viejos y este año en otro de los pueblos de la comarca. "Pues entre los jóvenes de estas comarcas ya hay un poco de todo. Pero  se podría decir que por un lado está la tradición, los herederos de las grandes familias; y por otro, nuevos músicos de talento que nacen de las enseñanzas del conservatorio, en los que claro que puede haber influido la tradición, estarían ahí  acordeonistas como Borja Rodríguez Tablado, Sofía Miguélez, y Norberto Magín, que ya han terminado sus estudios superiores en Oviedo; y actualmente, la talentosa Ana Sarmiento los está finalizando en la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC). Después también encontramos acordeonistas provenientes de las grandes familias, como Elicio de los Barrio, Luis Ángel de los Prieto, o Hugo de los Álvarez, José de Elpirio el de la ruta  y aquellos que han seguido manteniendo viva la tradición del músico de pueblo, como la Chocarela de Caboalles de Abajo o Mari Carmen Testa de Rabanal de Abajo o Manolo Garrido (antes de tocar la Triki en el Colectivo Manolo Garrido tocaba en un dúo de acordeón y batería llamado Dúo Lumajo)…". Y añadía una curiosa nota entre paréntesis, "habría muchos más pero siempre dejarías a algunos sin citar y vale más dejarlo en un apunte".Un apunte en el que se ven claramente las dos ‘ramas de la acordeón’. Ahí está por ejemplo Borja R. Tablado, que aparece en una imagen impartiendo clase a los mayores, revirtiendo lo que había sido el proceso natural, pero se ha cruzado ‘por suerte’ la enseñanza musical, que sustituye a aquellos viejos métodos, como Magín y Elicio Barrio que aprendieron con los cursos por correspondencia de la Academia Mozart, Pergentino lo hizo con Almonasic o los que tuvieron el privilegio de ser alumnos del maestro Natal, de Palacios del Sil.

Así nos encontramos con jóvenes intérpretes como Haydee Calvo, omañesa de Guisatecha, que viaja  con su acordeón en un concierto a temas tan variados que llegan desde  compositores como Edith Piaf, Puccini o Verdi, entre otros, en la misma velada en la que suenan los temas más tradicionales de la cultura leonesa en general y omañesa en particular.

Otros  como Manuel Garrido recuerdan que "toco desde era un nenu, empecé a los seis años con uno de esos que me trajeron por Reyes, pero de juguete, de plástico, y me enseñó muchas cosas el celebre Pepín el de Lumajo, que era un fenómeno".

Una conjunción de caminos que permite hablar de una realidad que no es tan dura como las otras que formaron la vida de estos valles, como la minería o la ganadería.

Nos queda la música.
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