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Dicciones y contradicciones

14/12/2019
 Actualizado a 14/12/2019
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Hace dos veranos estuve en Noruega. Eslogan de agencia de viajes: sí, qué bonito todo. Estupendo Oslo, cuánto verde. Espectaculares los impagables pisos de cristal del barrio de Tjuvholmen, construidos en los terrenos de lo que antes eran astilleros. Los noruegos en bañador, tumbados en los pantalanes de madera sobre las aguas azulísimas del fiordo. La animación nocturna de las terrazas del paseo marítimo de Aker Brygge, también antiguos astilleros. Una belleza el edificio de la Ópera, un iceberg de mármol saliendo del mar.

De Noruega se cuenta que es uno de los países de vanguardia en combatir el cambio climático. Cuidan sus bosques como si fueran un jardín, los molinos eólicos son tantos que podrían dar nombre a su propio viento y nunca he visto tantos coches eléctricos como en sus calles.

A esto podría ponérsele un lacito y envolverse como regalo, si no fuera por otra realidad que no suele salir en los folletos turísticos: que Noruega es el mayor productor de petróleo de Europa. Son miles de empleos y las exportaciones petrolíferas anclan su rica economía y sostienen su potente sector público.

Hay a quien le gusta ser el guardián de las esencias en cualquier cosa de la que se hable, pero los más y los menos tenemos nuestras dicciones y contradicciones y ningún piso en el barrio de Tjuvholmen. Eso no quiere decir que no se deban pedir explicaciones, y mucho más, cuando se toman ciertas decisiones. Me refiero al anuncio de que la cementera Cosmos, en el Bierzo, podrá usar neumáticos como combustible. Los consejos reguladores de los productos agroalimentarios han vuelto a rechazar esta posibilidad, igual que la vez anterior, cuando lo impidió una sentencia judicial. Veremos qué pasa en este territorio que siempre ha sido una contradicción, como cualquier lugar complejo. Minero y agrícola, térmico y natural, poligonero y campesino en el soto de castaños.

Ojalá se oiga a quien sabe de lo que habla. Que no pase como en un reciente congreso sobre despoblación, que en cuanto se fue la ministra, hubo desbandada de políticos. Las voces que quedaban eran las que tenían algo que decir, pero las corbatas ya no escuchaban.
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