19/01/2019
 Actualizado a 09/09/2019
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Un buen amigo ‘granaíno’ me decía siempre que los políticos paracaidistas lo que buscaban era el «despacho con bandera»; y que una vez realizada la toma de posesión, evitarían por todos los medios ser hombres de paja, porque querrían mandar, dejar su huella, pero sobre todo, querrían demostrar a sus vecinos y amigos quién es el que tiene la sartén por el mango.

Óscar Puente se cree el rey del mambo, está mandando en Valladolid y despacha directamente con Pedro Sánchez. Come con secretarios de estado, cena con ministros, da ruedas de prensa en Fitur en inglés y va a todas las fiestas y conciertos de la ciudad. Está tan contento de ser alcalde y ‘famosete’, que ha querido superar a su predecesor, el alcalde que tanto criticó.

Meter la gamba una vez, hasta tiene un pase. La lías a propósito, con un poquito de intención, como cuando Raúl (el mítico siete del Madrid), echaba la ‘carrerina’ a un balón al que perfectamente sabía que no iba a llegar. Pero el pueblo llano te ovaciona porque das gusto a sus orejas, y los alcaldes damnificados te sacuden.

Hasta ahí todo previsible. Una simple táctica preelectoral, cansina y más vieja que el catarro, pero que no le dejó a gusto, y por eso volvió a embestir, sin clase y con muchos pies.

No sé quién le habrá escrito la escaleta o quién le asesora para meterse con el viejo reino, pero ha conseguido que hasta los de su partido le quieran tirar al pilón.

José Antonio, actual jefe de la oposición y candidato socialista a la alcaldía de León, ha sido muy clarito, y le ha pedido al presidente del gobierno que le retire de la portavocía de la ejecutiva federal del partido por sus declaraciones ofensivas a León. ¡Chapeau José Antonio!

Hace tres años y medio la ciudad de León recibió a Óscar Puente con los brazos abiertos, concretamente un uno de octubre, cuando Silván cumplía cien días de gobierno, y tres días después del nacimiento de mi pequeño Dimas, y por lo tanto de la llegada del AVE.

Se le fue a recibir a la estación, sólo faltó la banda municipal tocando pasodobles, firmó en el libro de honor, dio un paseo por la ciudad y si no recuerdo mal, hasta se tomó un vino en el Madrid. Con esa visita sin precedentes, se rompía un periodo de mal rollo entre dos ciudades que un alcalde pasado alentó y disfrutó, porque no nos engañemos, León, se motivaba con León.

Pero ahora Puente, ha ido hasta el infinito y más allá, porque pudiendo rectificar y taparse, se ha venido arriba y sin saberlo se ha metido en una guerra de la que le será difícil salir, porque ahora sí que pilla a todo un León unido y harto.
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