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Desidia en El Bierzo

17/04/2018
 Actualizado a 12/09/2019
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La comarca berciana es una de las más ricas de España en todos sus aspectos, principalmente en lo que hace referencia a los recursos que posee de todo tipo.

Llama la atención de todos que no se pongan de acuerdo las denominadas fuerzas vivas en la explotación y aprovechamiento de esos recursos, entre los que se cuentan aquellos que tienen importancia por su pasado histórico y cuyos vestigios están patentes y a la vista de todos.

Toda la región está llena de huellas históricas de todo tipo y con recursos naturales importantes,además de contar con una situación en contacto con zonas como La Cabrera, Laciana, Valdeorras, Ancares y Babia.

La riqueza mineral berciana está acreditada. La riqueza natural de sus tierras en el aspecto agrícola también. La riqueza de su pueblo es notable en cuanto a sus virtudes y condiciones humanas como lo demuestran numerosos bercianos que andan por todo el mundo.

Las Médulas, el Camino de Santiago, sus viñedos y bodegas notables, la minería y una hidrografía privilegiada, una orografía fantástica y una climatología variada con abundantes microclimas hacen de la comarca berciana algo que muchos desearían tener.

En el estupendo artículo de Mar Iglesias del 10/04/2018 ‘Qué dolor de Médulas’ se refleja perfectamente la falta de coordinación que falta en el organismo encargado de la regulación del tráfico de acceso que se resuelve con el pomposo título de ‘Plan de Acceso y Movilidad de Itermédulas’ y que se comprueba su ineficacia ante las protestas de los visitantes y las diatribas entre los pueblos afectados de Carucedo, Borrenes y Orellán.

Si no se puede arreglar un problema de tráfico que afecta a la conservación de tan preciado monumento natural histórico, ¿cómo es posible llegar a reivindicar el desarrollo de todo El Bierzo que clama a gritos un replanteamiento de la comarca y de su aprovechamiento?

Tenemos una zona de León rica en minerales, por ejemplo, desaprovechada y sin un plan de recuperación industrial adecuada que mitigue el impacto de la explotación del carbón.

Desde luego lo que no cesa es la ‘ingeniería’ de la recaudación de impuestos, el uso indebido de los Fondos recibidos para realizar la transformación de El Bierzo y la ‘química’ del amiguismo y de las regalías políticas, así como el abuso sobre la ciudadanía.

En la época de la movilidad moderna, con automóviles eléctricos, trenecitos y demás fantasías que se pueden copiar de innumerables parques temáticos, el mejor de todos ellos, el más original y de repercusión importante a nivel nacional e internacional, no dispone de los medios más avanzados para dar a conocer un monumento natural singular y lo que es más lamentable es que los ‘cerebros’ de la organización patrimonial no den con la tecla.

¿Qué hacen las autoridades provinciales y autonómicas para solucionar este asunto? Pues como siempre, diluidas entre tanto egoísmo local y demasiados intereses particulares que no permiten que prospere el interés general y sobre todo el desarrollo de la comarca, la región y la nación.

España se caracteriza por disponer de unos gestores que no están a la altura de las circunstancias y cuando existe un período en el que parece que se va a quedar atrás la circunstancia negativa, que siempre ha acompañado al avance hispano, surgen, el egoísmo, la soberbia, el tribalismo y la traición de los vendepatrias de siempre que hacen bandera de la crítica al conjunto español antes de arrimar el hombro en beneficio del desarrollo.

La comarca de El Bierzo necesita un revulsivo que hasta la fecha no le han ofrecido ni sus hombres más influyentes, ni las instituciones que han estado más propensas a la recaudación de impuestos que al estudio de soluciones de los problemas de los ciudadanos y a realizar programas de desarrollo de sus propios pueblos.

Si los ciudadanos no se dan cuenta de este hecho mediante, el cual pueden cambiar el futuro de su comarca eligiendo a los mejores hombres y mujeres para que gestionen mejor las riquezas de su comarca, entonces sí que se habrán perdido oportunidades para desterrar la apatía, la desidia y el conformismo, que es algo demasiado usual entre nosotros en los últimos tiempos.
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