Demasiado viejo para esta mierda

Este lunes cumplí 32 años. Casi nada, aunque no soy de los que con el paso del tiempo les entra un síndrome galopante de Peter Pan.

Siempre he sido un anciano prematuro. Un ‘viejoven’. Un cascarrabias con habilidades digitales y lleno de contradicciones, como estar enganchado a los eSports pero echar de menos los futbolistas con bigote y aspecto de inspector de Hacienda con los que crecí.

Ya no hay Carmelos ni Tatos Abadía. Soy mayor que el 90% de los futbolistas en activo, y los que lo son, parecen diez años más jóvenes que yo. También han desaparecido las quintas. Pocos son los equipos que apuestan por la paciencia y dan continuidad a un bloque. No hay Magníficos, ni ‘Dream Teams’ ni Galácticos.

Por suerte hay excepciones. En la Deportiva tenemos a Yuri, empeñado en llevar a la Deportiva a cotas que parecían imposible antes de su llegada. Tampoco ha cambiado mucho la falta de talento y criterio de los del pito. Buen en realidad sí, ahora es incluso peor. Porque a los Tricicle del césped ahora hay que sumar los bufones de la pantallita.

Ojo, soy el defensor número uno del VAR. La tecnología no es el problema. Pero después de espectáculos como el del Tartiere o el del Leganés - Almería uno no puede dejar de pensar de si no está ya demasiado mayor para semejante circo.

Pero el show debe continuar. Y la Ponfe, incluso con medio reparto de baja y tirando de cortometraje en Oviedo –al partido le sobró una hora–, sigue dando funciones de cinco estrellas.

Ya son seis partidos consecutivos sin perder, un registro al alcance de muy pocos en una competición sin escrúpulos como la Liga Smartbank. La racha ha llegado además en uno de los momentos más exigentes del curso, con Sporting, Rayo o Almería tratando de poner medio con la que un equipo que se ha ganado ya, sin discusión, el Goya a mejor actor revelación.