02/06/2015
 Actualizado a 13/09/2019
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Supongamos que se hace una encuesta a la gente preguntando en qué país tuvo lugar la Revolución Francesa. Es de suponer que la mayoría responda que en Francia. Si, además, preguntamos en qué año tuvo lugar esta revolución, seguro que casi nadie acertaría. Formulemos la pregunta de otra forma: ¿En qué año se inició la Revolución Francesa: en 1788 o en 1798? Lo más probable es que las respuestas estén divididas y que unos se inclinen por una fecha y potros por otra. No sabemos cuál ganaría. En todo caso unos y otros estarían equivocados, pues la respuesta correcta es 1789. Ello quiere decir que, aunque cada uno es libre de opinar, eso no significa que siempre se acierte o que acierten las mayorías.

Cambiemos de pregunta: ¿Qué se puede hacer en España para salir de la crisis? ¿Qué soluciones se pueden aportar? ¿Quién podría liderar mejor este cambio? También aquí cabe esperar infinidad de respuestas. De hecho los partidos políticos ofrecen diferentes medidas para encontrar soluciones. Sin duda hay una extensa gama donde elegir. La prueba la tenemos en las recientes elecciones. Entre las diversas opciones unas son meramente utópicas, otras descabelladas, algunas demagógicas y engañosas, otras más realistas. Lo bueno de la democracia es que todo el mundo puede opinar y elegir, lo que no significa necesariamente que se acierte. No obstante, hablando de política y de economía, da la impresión de que aquí todo el mundo es experto. Y, sin embargo, hasta los supuestos especialistas no siempre se ponen de acuerdo.

Tal vez uno de los criterios que pueden ayudarnos a discernir si estamos o no en el camino adecuado es el mirar si se busca o no el bien de España. Precisamente nuestro problema es que el mayor enemigo de España somos los propios españoles, unos porque mienten y manipulan y otros porque se dejan manipular y engañar. Cualquiera que sea medianamente observador y ejerza un sano espíritu crítico, libre de prejuicios, podrá tener un criterio para discernir adecuadamente la presente situación; pero da la impresión de que la gente está bastante perdida, aunque sean mayorías.
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