Del hisopo al laboratorio para confirmar o descartar el coronavirus

El proceso para detectar a los contagiados con las PCR incluye varios profesionales desde que el paciente se somete a la prueba hasta que se analiza la muestra

Sergio Jorge
28/04/2020
 Actualizado a 28/04/2020
El Laboratorio Regional de Sanidad Animal, situado en Villaquilambre, donde se analizan PCR. | SAÚL ARÉN
El Laboratorio Regional de Sanidad Animal, situado en Villaquilambre, donde se analizan PCR. | SAÚL ARÉN
La PCR es la prueba de referencia para determinar si un paciente tiene o no coronavirus, puesto que es la que más sensibilidad y especificidad tiene de cuantas se pueden realizar actualmente. Es por eso que desde el inicio de la pandemia, en León se han sometido a esta modalidad de detección 11.593. Aunque en un principio se enviaban al Instituto Carlos III, el incremento de los afectados y el colapso del centro madrileño hizo que en todas las provincias se comenzaran a analizar los resultados, para así acelerar el proceso.

Pero antes de llegar al laboratorio, en Atención Primaria o en el Complejo Asistencial Universitario de León se determina que el paciente tiene que someterse a esta prueba, siempre que hayan pasado al menos tres días desde el contagio, por lo que ya ha pasado el periodo de incubación. El profesional «tiene que ser avezado», afirma el gerente de Primaria del Área de Salud de León, José Pedro Fernández Vázquez, puesto que si el sanitario que la practica no lo hace con habilidad, puede provocar un falso negativo, con la consiguiente problemática que genera para el enfermo y el entorno al que pueda contagiar al pensar que no porta el virus. La práctica de la prueba comienza con la introducción de un hisopo tanto por la nariz como por la boca para así poder «hacer un frotis nasofaríngeo con el que se obtienen células» en las que poder hacer el cultivo para comprobar si se da o no la presencia del virus.

Hay que diferenciar esta prueba de los test rápidos que también se están haciendo en la provincia, pero que son diferentes: detectan la presencia de anticuerpos para defenderse de la enfermedad y son menos fiables por varios motivos. El primero es que tienen que haber pasado al menos siete días desde el contagio, pero también que tienen menos sensibilidad y especifidad. Además, arroja dos resultados:«por un lado, el IGM, que demuestra que el virus está actualmente en el paciente puesto que está pasando por la fase aguda. Por otro lado, el IGG, que permite saber que el contagiado ha tenido ya la enfermedad» puesto que ha desarrollado la defensa, detalla Fernández Vázquez. 

La PCR se trata de una prueba que resulta incómoda ya que el escobillón llega hasta las coanas, dentro de la nariz, y el profesional tiene que girar este utensilio durante unos segundos para que pueda recoger con éxito la sustancia necesaria y que después la muestra pueda ser concluyente en el laboratorio.

Este hisopo se introduce después en el medio de cultivo líquido, es decir, un pequeño bote de plástico en el que se puede apreciar un líquido rosáceo. Todas las muestras se trasladan a continuación en un contenedor de seguridad tipo 3, de doble caja, para que así sean analizadas en el laboratorio.

El departamento de Microbiología del Complejo Asistencial Universitario de León fue el primer lugar de la provincia donde se empezaron a analizar estas pruebas para así hacer el proceso más rápido y no congestionar el Instituto Carlos III. Pero después se unió la Universidad de León y, por último, el Laboratorio Regional de Sanidad Animal de Castilla y León, que tiene una sede en todas las provincias pero cuya referencia es el de León.

Este centro está especializado desde su nacimiento hace más de 15 años en el diagnóstico de enfermedades en todo tipo de animales, tanto domésticos como silvestres. «Ahora lo que cambia es el origen de la muestra», explica la directora, Carmen Martínez, que especifica que normalmente los análisis que se hacen habitualmente sirven para detectar enfermedades que no están en la zona así como para cualquiera que se pueda localizar en animales con especial relevancia por su número y su importancia económica.

Otro aspecto en el que suelen trabajar sus 54 profesionales es en enfermedades comunes para animales y humanos, desde la salmonela hasta la brucelosis. Están además especializados en «diagnósticos de comunidades muy altas», por lo que manejan un volumen muy grande de muestras y suelen participar en las alarmas sanitarias que últimamente se repiten con asiduidad, como la gripe aviar o ahora el coronavirus SARS-COV-2.

Martínez detalla que su equipo trabaja «dentro del ámbito de la salud pública», puesto que «el 70 % de las enfermedades infecciosas son zoonosis», es decir, que se transmiten de los animales a las personas. «Lo que buscamos es el agente causal», añade la directora del centro, que resalta que «la salud humana y animal son interdependientes, no son como una parcela».

Cada día llegan a este centro entre 150 y 200 muestras para ser analizadas, provenientes de Atención Primaria, puesto que la Gerencia es la que gestiona el proceso hasta llegar al Laboratorio Regional, que con su capacidad para automatizar el análisis hace que el proceso se culmine en el tiempo estimado (cuatro horas para obtener el resultado final) pese al gran número de pruebas. De hecho, el equipo que se encarga del coronavirus está trabajando solo por las tardes, está integrado por uno o dos veterinarios y un auxiliar y permite que se pueda seguir la práctica habitual de este centro por la mañana.
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