De verbena en verbena

Por José Luis Barreales

14/10/2021
 Actualizado a 14/10/2021
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La Cultural defiende muy mal», «así no vamos a ningún sitio», «o cerramos nuestra portería o nos metemos abajo», etc. Estas son algunas de las reflexiones que los aficionados culturalistas vienen haciendo durante las últimas semanas. Más acaloradas cada vez que termina un partido de su equipo. Ninguna de ellas está mal tirada. Son válidas.

Al comienzo de curso, los positivos como yo pensábamos que esos accidentes sólo podían ser puntuales. Eran tan groseros que, por simple lógica, no podían repetirse en el tiempo. Pero nos equivocamos. También sé menos de fútbol que Luis Enrique. Lo confieso. Van siete fechas y los errores no menguan. Ya no es que el equipo de Ramón defienda mal, es que cada jornada representan una verbena. Es una fiesta, sobre todo para el rival. Por decirlo suavemente, los porteros −da igual su nombre− siguen sin dar puntos, que es lo que deben hacer los guardametas de los equipos grandes, los laterales defienden poco, los centrales hacen agua −que no aguas− un día sí otro también, los pivotes defensivos no sujetan las embestidas del rival… Vamos, una verbena. Incluso, en algunos casos, una broma de mal gusto.

Las verbenas nos gustan a la inmensa mayoría, especialmente cuando somos jóvenes. Pero en ellas siempre hay imágenes de todo tipo, algunas de ellas dantescas, que es lo que nos está ofreciendo la zaga leonesa en este inicio de curso. Y las verbenas tienen consecuencias: decía mi abuela que «mozo dominguero no quiere lunes». Las resacas que habían dejado estas actuaciones eran críticas a varios jugadores, pero el pasado sábado llegaron ya hasta el banquillo. Aquí vuelvo a recordar a mi abuela: «Si quieres buen despertar…». Por lo tanto, son lógicas estas críticas. Por supuesto que es humado enfadarse y saltar encabritado en tu asiento del Reino cada vez que rompen la cintura a Galas, pero hay que aprender de los errores. Consejo éste también muy de abuela. Hace poco menos de tres años se cesaba al técnico que el pasado sábado ocupaba el banquillo rival con el equipo en play-off y el nuevo inquilino no mejoraba la labor del madrileño. Aquel plantel, plagado de estrellas para la categoría, trasmitía mucha menos hambre que la que transmite el de Ramón, y el cambio de director de orquesta no sirvió para nada. Por lo tanto, paciencia, aunque no infinita. Ramón debe cortar ya esta sangría sino quiere que le corten a él. Es cuestión de trabajo. O de nombres. Vete tú a saber.

Quiero tener paciencia porque me encanta que haya sacado la mejor versión de un jugador de la casa como es Aarón, o ¿alguien pensaba en agosto que podía ser nuestro jugador diferencial esta campaña? Porque el equipo se muestra unido a pesar de las desgracias; no veo, sobre el césped, a ningún compañero recriminar a otro su error como sí he visto las últimas temporadas. ¿Y del balón parado qué vamos a decir? Llevábamos años apuntando todo lo que da y lo que quita en esta categoría y por fin nos ha salido cara. Por todo esto, que no es poco, vamos a esperar que en estas tres semanas que quedan de octubre las resacas sean más plácidas y que se acaben las verbenas, por favor.
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