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¿De qué estamos hechos?

03/04/2020
 Actualizado a 03/04/2020
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Ya les dije la semana pasada que estamos pasando por una guerra. Una guerra contra un virus en la que mucha gente querida se irá de forma inesperada y súbita, sin que haya opción para despedirnos de ellos.

Cuando este primer golpe termine, tendremos que iniciar una nueva guerra, en esta ocasión económica y laboral, donde nuestro enemigo será nuestra debilidad industrial, nuestro exceso de deuda, la falta de previsión y una Europa a la que le tiembla las canillas cada vez que el viento sopla en contra.

En momentos de guerra y graves conflictos, es donde se demuestra de qué estamos hechos. La fortaleza física y psicológica para afrontar un tsunami que aún nos cuesta imaginar. La calidad moral de las personas y la altura de nuestros políticos.

En un lado de la balanza tendremos la generosidad del pueblo español que en momentos como estos, dejamos de ‘matarnos’ unos a otros para ver a nuestro vecino como alguien al que podemos ayudar. La dedicación abnegada de sanitarios, militares, policías, guardias civiles… que ponen sus vidas en juego para ayudarnos a salvar las nuestras. La responsabilidad de transportistas, empleados de supermercados, agricultores, empleados de banca… que permanecen en sus puestos de trabajo con el miedo de enfermar o de hacer enfermar a sus familias. El sacrificio de empresarios que cierran sus negocios sin rechistar, sin saber cuál será su destino y de los empleados que deben asumir su nueva situación de suspensión con una terrible incertidumbre.

Pero también en estos momentos es cuando sale también lo peor del ser humano. La empleada de limpieza que roba material del hospital en el que trabaja para revenderlo por las calles a 20 euros el pack, los piratas informáticos que intentan saturar los sistemas informáticos de hospitales, los que intentan hacer su agosto mercadeando con el sufrimiento ajeno…

Esta semana además de seguir asistiendo a la inoperancia del Gobierno con su segunda remesa de test defectuosa, en el campo de la política hemos sido testigos también de lo mejor y de lo peor.

El Senador por León Javier Santiago Vélez, decidió emplear parte de su dinero personal en ayudar a la Guardia Civil comprando para ellos mascaras protectoras. Este gesto altruista ha abierto un debate de si están justificadas las dietas de desplazamiento de los señores diputados y senadores cuando están confinados en sus casas. Dietas, por otro lado, exentas de IRPF. Con la que está cayendo la cosa se las trae.

Este gesto, en lugar de ser secundado y aplaudido por otros parlamentarios nacionales, parece que a este joven político lo que le ha generado es algún mal ‘enemigo’, me gustaría pensar que pocos, que le echan en cara que su donación pueda poner en peligro un dinerito que les viene muy bien, si el revuelo ciudadano se incrementa. Y eso en política no se olvida.

Como les digo, lo mejor y lo peor.
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