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De policías y juristas

24/11/2021
 Actualizado a 24/11/2021
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Hoy me ha dado por escuchar los antiguos cassettes y me detenido en uno de Aute. Dentro estaban, entre otras, la del «Grano de pus, Adiós Inés de Ulloa y la de Esa Mujer... O te la cambio por dos de 15, si puede ser...» Que hoy sería calificada de sexista, machista y toda una sarta de improperios, que ninguna emisora se atrevería a reproducir. Para mayor ignominia, Luis Eduardo había compuesto las más bellas canciones de amor entre un hombre y una mujer.

Estaba otra, la que dice ‘Más cine por favor’. Intachable, aunque tiene sus riesgos. Nada que ver con las películas y series de las televisiones, perfilando nuestras vidas.

Pero, a veces, sucede que se cuela alguna clásica o poco convencional y te quedas a verlas. Así, hace días, me entretuve con ‘Impacto Súbito’. No por la película que ya había visto, sino por la admiración que siento por Clint Eastwood. Como actor de personaje duro y viril, las de Harry el sucio, el fuerte, el ejecutor, el limpio..., no, creo que me he pasado. La última, o no existe, o está por rodar.

Su gran mérito es que, representando un personaje tan violento, como director, sea sumamente sensible y a la vez, sin dejar de ser hombre: ‘Los Puentes de Madison’, por citar una. ‘Million Dollar Baby’, por citar otra.

Recuerdo que, al salir del cine íbamos, los tres amigos cinéfilos, a un pub desaparecido –El Garito de Torriano– para comentar la película vista y estrujarla, a fin de sacar conclusiones. Los amigos ya no están, pero yo sigo con la misma costumbre. Si he sacado alguna conclusión de Harry, es que, siendo un enemigo implacable de las mafias, narcos, asesinos y superiores corruptos, sólo recibía ingratitud de los políticos y altos cargos. «Se está pasando»; «Déjelo estar»; «Tómese unas vacaciones» y más monsergas.

Pues, llegado a este punto, no puedo evitar relacionarlo con la actual situación legal de las fuerzas del orden. A los pies de los caballos, por los Marlaskas de turno del gobierno. Sobre los posibles motivos, creo que se debe a favorecer a los que asaltan viviendas, rompen escaparates y queman lo que quieren: los alborotadores separatistas y anti-sistemas. Gente como los podemitas, cuando cercaron el Congreso como provocación. Luego, cuando lograron entrar, no dijeron ni pío de lo mal que se estaba. «Licencia para asaltar, agredir y visitar a Maduro». No se puede detener, ni defenderse, ni utilizar pelotas de goma, pero sí recibir piedras, cócteles molotov y adoquines. Algo inconcebible.

Cambiando de película, la sesión continuó con una amable comedia de G. Cukor, con Katharine Hepbrun y Spencer Tracy. El problema es que se titulaba ‘La Costilla de Adán’, que no va con los postulados radical-feministas. Pertenece a la cultura judeo-cristiana y bla, bla, bla. Un paradigma de la opresión del hombre; y todas esas tonterías que salen de la fabrica de prejuicios, llamada Ministerio de Igualdad –igual da–.

Sin embargo, es una historia de amor entre ambos –Adán él y Amanda ella– con grandes dosis de humor. La vida de dos destacados juristas, que les lleva a acusar, él, y defender, ella, a una mujer maltratada que dispara a su marido y a su amante. Los alegatos de ambos son de una gran elocuencia y emocionantes, aunque divergentes. El conflicto trasciende desde lo profesional, hacia lo conyugal. Una catástrofe que los lleva a separarse.

Finalmente, sale el veredicto y... No puedo destripar la película. Si te ha picado la curiosidad la descargas y la ves. Sólo puedo adelantarte –como Clodomiro el Ñajo– la musiquita: «Mi fiel Amanda, adiós, addio, adieu». En eso quedamos. Adieu.
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