De oca a oca...

15/11/2018
 Actualizado a 17/09/2019
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... y tiro porque me toca. La oca, un juego popular que parece no abandonarnos nunca el que como siempre vamos a ver si podemos hacer alguna trampa y llegar al puente, para que nos lleve la corriente y es posible contar mal para saltarnos la muerte. Hay cosas que con el tiempo las llevamos fuera del tablero y estar muy atentos para que el de al lado no nos haga una mala jugada. La actualidad que vivimos es más parecida a una partida de la oca de lo que creemos. Algunos sofisticados dirán que mejor una partida de ajedrez, pero yo soy más sencillo que todo eso y lo del torreón y la reina no lo llevé nunca bien. Tira Sánchez los dados ante la atenta mirada de ‘Puchi’ y Casado, con la expectación debida a ver si no cae en un puente y va directamente a la muerte. Turno para ‘Puchi’ que intenta por todos los medios que los dados le traigan suerte y evitar la casilla de la cárcel, por instante lo logra. Casado con menos fortuna y en la casilla correspondiente le toca retroceder al principio del tablero. Tal cual, la oca es caprichosa y el azar puede jugar a favor o en contra. Ahora todos pendientes de Trump y su espectacular juego de muñecas a la hora de tirar los dados, lo tiene más fácil ya que pasa muchas horas en su casino de Las Vegas y ya sabemos que la práctica hace al maestro.Por cierto, el azar es para los que juegan limpio, con dados trucados todo resulta más repugnante. Así pues, tengo la horrible sensación que todo es mentira, un juego de aquellos que están más atentos en distraernos que en velar por todos nosotros. Aporta o aparta. ¿Podemos tirar los dados? Replica continuamente Iglesias, a lo que Sánchez de vez en cuando le cede su tirada, pero con tal mala fortuna que siempre retrocede unas cuantas casillas. ¡Maldito tablero! Toda una patraña de los que algunos quieren seguir perteneciendo y otros alzan proclamas con la boca torcida no se les vaya a escuchar bien y tengan que abandonar este jugoso lance con los bolsillos vacíos.Si lo que quieren es entretener, que se vengan todos a las justas de Hospital de Órbigo que les damos herramientas de las de verdad y que entren en la arena, a ver que tan nobles caballeros son, defiendan el Paso Honroso a las órdenes de Don Suero con valentía y arrojo, como los hombres de verdad y déjense de tantas milongas, al igual que la columna de la semana pasada, termino esta misma tatareando la milonga de Alfredo Zitarrosa, «mi pueblo es una canción, transida de dolor, templando un tono mayor». Cosas de un cantarín.
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