03/12/2015
 Actualizado a 19/09/2019
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Esta columna no le va a gustar nada a mi amigo el del burladero, me acusa de una subjetivad que únicamente le resulta objetivaba cuando escribo algo con lo que coincide. En cualquier caso, siempre resulta más divertido discutir con él, lo contrario se convierte en previsible y un poco ñoño. Me cuesta pensar que hoy no vaya a estar de acuerdo, aunque cada uno de nosotros es tan objetivo como nos permite nuestra subjetividad.

Ahí voy. No tengo la menor duda de que Mariano Rajoy será personaje de estudio en las mejores universidades. No hay ni un ápice de cinismo e ironía en lo que digo. Me explico: decidió incumplir la gran mayoría de sus promesas electorales. Subieron el IVA, el IRPF, redujeron el poder adquisitivo de los pensionistas, hicieron recortes en educación y en sanidad, e implantaron el copago. No subieron la ayuda a la dependencia, al contrario. Abarataron el despido, quitaron la deducción por vivienda y subieron la luz. Rescataron a la banca cuando habían asegurado no hacerlo, tiraron de eufemismo para disfrazar la amnistía fiscal que dijeron que jamás llevarían a cabo, prometieron descender el paro a la mitad y nunca quejarse de la herencia recibida. En cada una de ellas, justo todo lo contrario a la palabra dada.

En 2012 decidió que no se celebrara el debate sobre el estado de la nación. Dio ruedas de prensa a través de plasma para «explicar» los graves casos de corrupción que afectan de manera sistemática a su partido. Nos amordazó con la nueva ley de seguridad ciudadana y ahora rechaza debatir con el resto de candidatos porque «objetivamente es el político que más veces ha debatido en este país» y «porque va a hacer lo que se ha hecho toda la vida en España. Debatir con el PSOE». Además dice que él tiene que estar en otras cosas, en la tarea de gobernar, que eso lleva su tiempo. El mismo que no le falta para ir a una emisora de radio a comentar un partido del Real Madrid en la ‘Champions’, jugar al dominó con unos jubilados en Olmedo o comerse unos mejillones al vapor en casa de Bertín Osborne después de echar una partida al futbolín.

En cualquier país con una cierta higiene democrática, el gobierno, a pesar de su aplastante mayoría, no hubiera agotado la legislatura. Por el contrario, ha sido la más larga de la democracia. Gana los debates sin asistir a ellos ylas encuestas, aun acusando un importante descenso, le vuelven a situar como ganador en las próximas elecciones generales.

Rajoy, al igual que ocurrirá en el debate que organiza Antena 3, brilló por su ausencia en el que realizó El País el pasado lunes. Quizás era el único modo que tenía de hacerlo, o quizás no. El 20 de diciembre saldremos de dudas; las universidades se frotan las manos.
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