12/05/2020
 Actualizado a 12/05/2020
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Después de un mes de abril muy lluvioso, parece que como si el agua hubiera conseguido borrar el color de los arcoíris que adornan nuestras ventanas y que con tanto sol se instalaron en un accidentado marzo... Si tuviera que escribir un cuento sobre lo que estamos viviendo, sus ilustraciones, por más que no me gustara, irían en blanco y negro... y me temo que ni el mismísimo Lolo, conseguiría darles color... La música, los aplausos, y el ánimo, han ido cediendo paso a los paseantes de las ocho de la tarde, que salen de sus toriles, bajo un oscuro manto de resignación ante lo que nos ha tocado vivir...

Sin embargo, hay quienes, en medio de este paisaje oscuro, piensan en poner colores en las calles, y digo yo... ¿estamos locos, o qué? Dejando al margen opiniones personales sobre el gusto en la idea de convertir el centro de nuestra ciudad en la carpa de un circo (lo lamento, pero ¡me horroriza!), me pregunto cómo se puede si quiera plantear en estos momentos una idea así...

Como dice alguien muy querido por mí: «en verano se quedan al descubierto la gordura y la pobreza», pues me doy cuenta que ahora también habrá que empezar a decir, «en las pandemias se quedan al descubierto la tontura y la insensatez».

Pero ojo, que no solo los dirigentes de nuestra ciudad han dejado al descubierto sus carencias...sino que esas «costuras» han cedido en muchos de los políticos de otros municipios, también en los autonómicos y por supuesto, en los estatales, en todos y cada uno de los colores de la paleta política, y es que, cuando hay una crisis, señores, hay que abordar la crisis y dejarse de aprovechar la coyuntura para legislar lo que uno quiere y le interesa, para hacer campañas electorales o para sortear contratos públicos...

En el ámbito de la administración de justicia, sin embargo, me ha sorprendido como el ejecutivo se ha centrado sólo en los efectos de esta crisis, obviando las enormes carencias que presenta el sistema desde hace ya décadas… El Real Decreto Ley 16/2020 de 28 de abril, de medidas procesales y organizativas para hacer frente al Covid-19 en el ámbito de la Administración de Justicia, afirma en su exposición de motivos que: «la Constitución española reconoce el derecho fundamental a un proceso sin dilaciones indebidas», tratando de justificar así las medidas que se adoptan en dicha norma. No sé si nuestros dirigentes pretender ocultarlo, si es que no son conscientes de ello (lo cual me preocuparía aún más) o si directamente no les importa, pero hay que recordar que el colapso que sufren nuestros juzgados no es algo nuevo y sólo motivado el Covid-19. Es evidente que la crisis sanitaria va a producir aún más colapso en nuestros procedimientos judiciales, pero no nos engañemos, el problema no son estos tres o cuatro meses, el problema es mucho más mayúsculo que todo eso, el colapso de los tribunales se viene produciendo desde décadas atrás, al contar con un sistema del que afloran un claro sin fin de carencias, de las que cualquiera de los que nos encontramos en la primera línea somos perfectamente conscientes.

Es más, si me apuran, esta crisis sanitaria ha conseguido sacar a relucir, incluso, aún más penurias de las que ya conocíamos en nuestro sistema judicial. ¿Cómo es posible que no exista la posibilidad de que los funcionarios de la administración de justicia hayan estado trabajando desde sus casas durante este tiempo? Ya no sólo llama la atención que tal posibilidad no estuviera prevista y habilitada en los tiempos que corren, sino que, aún es más alarmante que ni tan siquiera se haya empleado un mínimo esfuerzo con el fin de proporcionar tales medios durante estos ya casi dos meses, para poder así minimizar el colapso que, insistimos, ya existía de forma notoria, si bien, se va a acrecentar aún más tras esta crisis.

Va a resultar muy complicado hacer frente al colapso judicial al que nos enfrentamos sin una inversión en medios personales y materiales, cabe recordar que España cuenta con un número de jueces de 11 por cada 100.000 habitantes frente a la media europea de 21. Igualmente será complicado hacer frente al colapso si no se emplean todos los esfuerzos que sean necesarios para reactivar cuanto antes la actividad judicial. Siempre preservando la protección de la salud de usuarios y profesionales, las medidas deberían conllevar un comienzo inmediato de la actividad judicial en su integridad, nótese que se prevé una incorporación progresiva de los funcionarios, que no alcanzarán su integridad hasta, en el mejor de los casos, el mes de junio, momento en el que se prevé alzar los plazos procesales, pero para entonces, en pleno mes de junio, esos mismos trabajadores comenzarán a disfrutar de sus vacaciones, por lo tanto, será complicada una reactivación real de la actividad.

Una de las medidas milagro contra el colapso judicial adoptadas por el ejecutivo, que a todos resonará ya en sus cabezas, es la habilitación del mes de agosto como mes hábil (bueno, para ser más precisos, desde el 11 al 31 de agosto), vendiendo así una suerte de pócima milagrosa contra el colapso judicial. Sinceramente, resulta complicado creer que tal medida tenga efecto alguno, cuando gran parte de los profesionales de justicia, como jueces, fiscales, letrados de la administración de justicia, estarán disfrutando de sus vacaciones como cada año; cuando las testificales y periciales difícilmente se podrán practicar y; cuando lo único que puede provocar tal medida es, en su caso, una clara inseguridad jurídica para parte de los operadores jurídicos, como somos los abogados y procuradores, a quienes además, en una clara contravención constitucional, se nos están negando nuestros derechos al descanso y conciliación de la vida personal y familiar.

Paradójicamente, en el ámbito de la justicia, parece que el ejecutivo sí que ha sabido centrarse sólo en los efectos del coronavirus (sin además mucho tino), pese a que las carencias en el sistema judicial son mucho más gordas y notorias que las que el parón durante la crisis sanitaria nos está generando. Quien sabe, quizá, la siguiente medida, sea poner de colores el suelo de nuestros juzgados…
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