De Castilfalé a Valdemora: La grandeza de los pequeños

Son dos de los municipios más pequeños de León y en ellos resisten menos de un centenar de vecinos en lugares llenos de historia y con unos entornos naturales que llenan de motivos para presumir de una tierra como el sur de Leónn

T.G.
13/12/2020
 Actualizado a 13/12/2020
Vista general de Castilfalé, municipio con 69 empadronados. | MAURICIO PEÑA
Vista general de Castilfalé, municipio con 69 empadronados. | MAURICIO PEÑA
En el sur de León hay dos municipios que comparten la peculiaridad de tener menos de 100 habitantes y mantener su ayuntamiento propio sin pedanías anexionadas. Son Castilfalé y Valdemora, dos pueblos que figuran entre los más pequeños de León. El primero tiene 69 empadronados según los datos del INE de 2019; el segundo, 82. El más pequeño de la provincia es Escobar de Campos con 39. «Como no haya un milagro, le alcanzamos rápido», comenta un hombre que contempla la obra que están llevado a cabo estas semanas en la torre de Castilfalé. Esta forma parte del recinto que hoy es el cementerio. «No te miento si te digo que hay más ahí dentro que viviendo en las casas», comenta mientras se aleja por un paisaje que invita a sentarse y contemplarlo cuando cae la tarde. El hombre vuelve la vista: «Pocos pero esto es precioso, ¿o no?», dice levantando la voz. No puede una llevarle la contraria mientras contempla un paisaje lleno de matices que ni es Oteros, ni Vega, ni Tierra de Campos; lo miro desde un alto, un lugar ideal para haber albergado en su día un castillo como apuntan los estudios históricos y como señala la propia toponimia del nombre con orígenes en la denominación Castrello, nombre al que muchos en la zona aluden todavía para referirse a Castilfalé como Castrillo. Recorriendo sus calles llega uno a la iglesia de San Juan Degollado, la única que queda hoy en pie de las que hablan los documentos históricos que ubican también allí otra con advocación a San Miguel y una ermita con San Antonio de Padua como titular. Pero volvemos a la torre en la que se resguarda el cementerio, en la zona de Las Eras, como si las tumbas ocupasen lo que fuera la nave de un templo. En esta estructura se contempla a la perfección la arquitectura de barro tradicional de la zona, con tapial que ha quedado a la vista tras perderse el ladrillo que la cubría y con adobes. Su construcción pudo haber sido en la Baja Edad Media con reformas posteriores y es por eso que su antigüedad, sus características estructurales y su ubicación merecen haberse convertido en el emblema de los vecinos de Castilfalé y en un motivo más para presumir del sur de León.

Valdemora seguirá dando razones para considerar esta comarca rica en horizontes y guardiana de buenas historias. A escasos kilómetros de Castilfalé es, como la primera parada, un pueblo pequeño y tranquilo aunque con vestigios de grandeza en su pasado. Fue allí donde el rey Alfonso III el Magno, en el siglo IX, derrotó a los musulmanes al mando del príncipe Almodin. Cuentan que aquellas tropas fueron aniquiladas y que de la barbarie llegó la petición de paz de los musulmanes. Siguiendo con los episodios bélicos de España, también le toca a Valdemora padecer la Guerra de la Independencia, cayendo pronto el pueblo en manos del ejército francés. De lo que fue entonces el pueblo a lo que es ahora, poco queda aunque sí atesoran con cariño los vecinos la iglesia de Santa María Magdalena en la que veneran a su patrona, la Virgen de la Piedad. Cuentan que hubo otro templo en el pueblo llamado la iglesia del Salvador y que hoy está completamente desaparecida. Tan solo quedan de ella algunos documentos que dan fe de su riqueza y el retablo mayor, de estilo plateresco datado en el segundo cuarto del siglo XVI. Pero para verlo hay que cambiar Valdemora por León y acercarse a la parroquia de San José de las Ventas donde fue reubicado. No hace falta moverse del pueblo si lo que se quiere es disfrutar de un apacible paseo por sus inmediaciones en dirección al paraje de la Retuerta donde hay una fuente con el mismo nombre. Por Valdemora discurren también varios arroyos con el cangrejo autóctono como protagonista de sus aguas a pesar de la decadencia general de esta especie amenazada por la del americano, considerada invasora. Perderse por estos caminos siempre es buen plan. Lo saben quienes siempre vuelven, los que regresan en verano y sobre todo, los que resisten.
Lo más leído