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De bulos y patrañas

08/07/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Recordarán que hace poco más de una semana los medios de comunicación nos asombraban con una noticia: Un hombre ha sobrevivido al ataque de un oso refugiado durante un mes en una cueva. Allí la fiera le mantuvo con vida para írselo merendando poco a poco según el hambre así la apremiara. El hombre, a consecuencia de los zarpazos, sufrió una lesión medular pero aún así logró sobrevivir gracias a que, inmovilizado, se hidrataba con su propia orina.

Pronto la noticia se hizo viral ocupando las primeras planas de muchos diarios nacionales y locales. A nuestras mentes acudieron héroes del celuloide tales como el sufrido personaje de Di Caprio en ‘El Renacido’ o Luke Skywalker cuando fue atacado por el Wampa en ‘El Imperio contraataca’ tal y como nos recuerda el biólogo asturiano David Álvarez en su blog ‘Naturaleza cantábrica’. Fue precisamente este mismo biólogo el que realizó un análisis detallado de las circunstancias del caso. Y aplicando los elementales dictados del sentido común concluyó que resulta imposible alimentarse todo un mes ingiriendo la propia orina y menos un lesionado medular cuya limitación de movilidad impide tan complejo movimiento de recogida de propios restos miccionales. Tampoco veía al oso en amoroso cuidado de su retoño alimenticio. No le cuadraba, al avispado naturalista, tanto hecho insólito.

Así que al más puro estilo doctor Livingstone, se propuso desentrañar la verdad. Y localizó a Alexander, no en la cueva del oso, sino en la cama de un hospital, donde el desdichado, en avanzado estado de desnutrición, había acudido a curarse a un hospital de la región rusa de Tuba de una galopante soriasis que, unida a una depresión le tenía postrado en cama. Y allí le retrataron, para escarnio del pobre enfermo y regocijo del resto de mortales inventando una película que muchos se creyeron. Resultó pues, ser una noticia falsa.

Lo acabamos de descubrir en un interesante Curso sobre periodismo narrativo que la Uned ha organizado en Ponferrada de la mano del periodista berciano Carlos Fidalgo y de la profesora Celia Casado. Con ponentes como el propio Carlos Fidalgo cuya disertación fue muy brillante, Julio Montes, responsable del proyecto ‘malditobulo.es’, Antonio F. García Encinas, de ‘El Norte de Castilla’, Sergio Molino, artífice de la expresión ‘España vacía’ , Olga Rodríguez Francisco, corresponsal en Oriente Medio y Macarena Berlín, periodista de Televisión Española. Clausuró el curso una sorprendente e hipnotizadora Espido Freire que disertó sobre prensa y literatura. La filóloga hizo una elegante defensa de la pureza del lenguaje, y de una sana asertividad que nunca deberá ser aplastante para que el discurso pueda ser recibido con agrado. Durante dos horas y sin ningún texto escrito fue capaz de subyugar al auditorio. Ni siquiera nos atrevíamos a respirar por miedo a romper el encanto de sus palabras. Por supuesto reivindicó el valor de la verdad frente a los subjetivismos. Y ella no habló de ‘fake news’, pese a su especialización en lengua inglesa, sino de mentiras y patrañas. Esas que todo periodista y persona de honor debe evitar.
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