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Cultural Leonesa, no sólo ‘oldies goldies’

27/01/2020
 Actualizado a 27/01/2020
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La victoria de la Cultural y Deportiva Leonesa (yo prefiero el nombre completo) ante el Atlético de Madrid, el pasado jueves, quedará por mucho tiempo en la memoria de la gente, y no sólo en la memoria de la gente de León. No suelo escribir de fútbol, que seguramente no es algo tan importante en nuestras vidas, al menos, nada decisivo: aunque, la verdad, no estoy tan seguro de ello. El fútbol sirve, en muchos casos, para levantarnos la moral, para darnos una alegría, aunque sea efímera.

No suelo escribir de fútbol, ya digo (aquí creo que sólo lo hice en una ocasión en todos estos años), pero no encuentro que hacerlo sea dejar de lado temas de más enjundia, ni que uno pueda ser acusado de dedicarse a un tema intrascendente, pudiendo hablar de los graves retos que tiene el país y el planeta. De todo eso ya hablamos a menudo. Y, bien mirado, nos pasamos la vida escribiendo sobre las cosas de la política, y luego te preguntas si realmente merece la pena.

Lo cierto es que ni siquiera la derrota de ayer ante el segundo equipo del Athletic empaña mis deseos de escribir este artículo. Para empezar, la Cultural hizo un gran partido en Lezama, aunque reconozco que esa falta de eficacia goleadora resulta a veces preocupante y, desde luego, puede influir muy negativamente a la hora de conseguir el objetivo que todos conocemos. Falta de puntería en algunos partidos, seamos claros (ha perdido ya algunos por la mínima, como ayer), porque en general los números de este equipo son muy buenos. Pero es muy explicable que todo nos parezca poco. De hecho, no dejamos de preguntarnos cómo es posible que un equipo tan bueno, porque lo es, no es líder en su grupo desde hace semanas: tendría que serlo, y con diferencia, si imperara la lógica. Si el fútbol fuera pura lógica.

La casualidad ha querido que el momento más difícil de la Liga para la Cultural haya coincidido con su maravillosa participación en la Copa. Alguien podría decir que nosotros mismos nos complicamos la vida, cuando deberíamos dedicarnos más a lo nuestro. Pero, ¿qué es lo nuestro? Con mentalidades así no se va a ninguna parte. Lo nuestro es ¡todo! Siempre hay que pensar a lo grande, para conseguir, al menos, lo que no es tan grande. Esto es válido para la vida. Es válido para esta ciudad. Y para esta provincia. Ya ha pasado el tiempo, me parece, de conformarse. De bajar la voz, quizás para no molestar, y decir: bueno, es que no se puede aspirar a más. ¿Por qué habríamos de hacerlo? No es una cuestión de arrogancia. Es una cuestión de justicia. Pero, sobre todo, es una cuestión de naturalidad: ¿por qué hay que renunciar a nada? ¿Por qué hay que encerrarse en lo pequeño? Y, sobre todo, ¿por qué nos dedicamos a alimentar siempre el escepticismo? Así nunca se consigue nada.

Y aunque el fútbol sólo es fútbol, nadie podrá negar el baño de felicidad de la otra noche, el optimismo, la alegría desbordada, tras la victoria ante el Atlético. Una victoria que demuestra, de paso, que esas diferencias tan grandes entre las tres primeras categorías del fútbol español, cuando menos, no son en absoluto reales, especialmente en el fútbol moderno, sino una especie de fabulación quizás interesada, un producto del impacto brutal de la economía, y, mucho más, del impacto mediático propagandístico. Algunos equipos están perpetuamente en el candelero, o en el candelabro. Y cuántas veces una jugada de un jugador top se repite y se alaba una y mil veces, mientras se ignora cualquier genialidad de un jugador de Segunda B, pongamos por caso. Y esas diferencias son aún mucho menores en un solo partido.

Ya ven como, tras la victoria de la Cultural sobre el equipo colchonero, se habló mucho más de lo mal que lo había hecho el equipo madrileño que de las posibles virtudes (al menos, esa noche) del equipo leonés. No todos lo hicieron, pero muchos obviaron que el Atlético no había jugado realmente tan mal: simplemente había sido superado por su rival, eso es todo. El entrenador atlético, que fue muy honesto, lo dijo. Por supuesto (sólo faltaría), algunos comentaristas más ilustrados hablaron en las televisiones y en la prensa nacional de la historia de la Cultural, de la calidad de su plantilla. Destacaron, como merecía, la noche mágica de Giffard, un portero al que necesariamente habrá que tener mucho más en cuenta a partir de ahora, pues lo contrario sería inexplicable. Pero en absoluto fue sólo el portero, con haber completado un partido digno de la elite, el héroe de la noche. La Cultural no desmereció a un equipo de Primera División. Y no se trataba de cualquier equipo, me parece. Sólo tiemblo al pensar en cuántos se estarán fijando en estos jugadores, en esta plantilla tan bien elaborada (pero aún corta para lo que viene, diga Aira lo que quiera). Sólo pienso qué sucederá si este equipo no asciende, y aún ascendiendo, pues es evidente que la mirada sobre los mejores del equipo se va a intensificar a partir de ahora. Lo merecen, claro. Pero si quieres ser un equipo grande, tienes que luchar por no perder lo que tienes. Lo contrario implica convertirte en Sísifo: subir la roca a la montaña, y volver a empezar una y otra vez, hasta la eternidad. Habría que cambiar esto.

La Cultural encara hoy su semana más decisiva, con dos partidos enormes en apenas unos días. No valen las quejas. La proyección mediática y el cariño suscitado tras la colosal victoria sobre el Atlético de Madrid (esta ciudad tiene que aprovechar siempre cualquier tirón mediático) ha de completarse ahora. A mí me parece muy bien que se juegue contra el Valencia como si nos fuera la vida en ello. Claro que sí. Si se pierde no pasará nada, pero creo que oscurecerá un poco lo conseguido ante el Atlético, porque siempre nos acordamos de lo último. La Cultural debe intentar, con absoluta intensidad, eliminar al equipo valenciano. Y con la misma, derrotar, si puede ser con contundencia, marcando el territorio, a un Logroñés que no es, en absoluto, un equipo mejor que el nuestro. ¿Difícil? Es el precio que tienen que pagar los campeones. Si fuera fácil, no sería importante. Lo haría cualquiera.

Lo bueno es que la victoria ante el Atlético de Madrid nos ha devuelto un poco de la gran historia de este equipo, ese que veíamos de niños en el frío de La Puentecilla, envuelto ya en una edad más gris. Lo bueno queda atrás, en los 50 o en los 60, hace ya mucho tiempo. Pero no siempre tenemos que citar los ‘oldies goldies’ de la Cultu. Es mejor hablar en presente e intentar con pasión que los años dorados no sean siempre los pasados, sino los que quedan por venir.
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