Cuánto Cuento

16/04/2019
 Actualizado a 17/09/2019
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Siempre quedan deseos que cumplir y la cadencia de cuatro años los reaviva como un amor inacabado entre los silencios de la niebla. Llegan las sombras, el cielo ya se regala con capota y el recuerdo,que sigue tan latente. El tatuado glosario de términos acabados en sueño sigue tan vivo como cuando pensamos que dejarían de serlo. Sí, justo hace cuatro años, tiempos malditos (tempus maledictus), alguien certificó que no estaban enfermos de utopía y que sabían levantarse como gladiadores ante una realidad leonina que iban a superar porque así rezaba una papeleta electoral. Y ese rezo no llegó más allá de una urna. La fuerza del deseo (vim cupeditatis), se derrochaba sin medida en ese voto que caía en la estancia acristalada al servicio de un ‘vota’. Pero, algo pasó después que dejaron de bucear las mariposas en el estómago. El hacedor de sueños (factorem politicum,hacedor de política), no tiene tiempo soñar, praevaricatis indignus (indigno prevaricador). Y volvemos a guardarnos en la mochila la esperanza poética de un cambio a mejor, ese legado de palabras sueltas pero de aparente coincidencia, paz, autonomía económica, igualdad social, empatía. Un jardín ‘de loco suo’ (fuera de lugar), viene a relatar el susodicho ‘politicus mendax’ (político mentiroso) tras el ‘vota’. Lo que era cara pasa a espalda y ya nadie recuerda tu elenco de sueños no resueltos. Han pasado de posibles a fábulas, hasta que la cadencia toque a filas. Es tiempo de buscar aliados del deseo (mendacium audite, escuchar mentiras).
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