¡Cuántas complicidades!

23/09/2020
 Actualizado a 23/09/2020
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No te imaginas la cantidad de complicidades que hay en ese beso; que no es solo para el perro que ahora es compañero, es también para el que vivió y murió antes y el anterior, así hasta aquel perro de la infancia que corría por los corrales de todas las casas, por las calles de todos los pueblos, entre las vacas de todos los ganaderos, junto a los caminantes de todos los caminos.

En ese beso va la memoria de tantas tardes en el monte, junto al rebaño o las vacas de la casa, en las que fue el perro quien avisó de las que se quedaban perdidas, fue él quien reunió a las descarriadas, fue él quien las condujo a la corte o la cuadra.

En ese beso viaja la memoria de esas horas al sol del corral, sentada en la piedra, cosiendo y recordando, hablando con el perro que viene y va, que entretiene y escucha pues si ella calla él se acerca y con el rabo la avisa de que igual se está quedando dormida.

En ese beso viven muchas horas de compañía.

Y en ese beso están encerrados muchas horas de vida compartida, de caminar juntos a la tienda con el carro de la compra, de pasear uno al lado de la otra hasta el parque para uno juegue y otra mire, de muchas noches que se presentarían largas si no fuera porque «las penas con perro son menos hierro».

Ese beso... no te imaginas cuántas complicidades lleva.
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