25/11/2021
 Actualizado a 25/11/2021
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Dice el mal llamado diccionario de la Real Academia Española –lo cierto es que cada día se asemeja más a un muladar– que un cortijo es una finca rústica con vivienda y dependencias aledañas típica en la zona meridional de esta nuestra vieja y maltrecha piel de toro, es decir, del sur.

Ojiplático me he quedado al ver que el mamotreto que debe velar por el buen uso de nuestra lengua –únicamente a la hora de hablar– incluye infames tropelías como finde e ignora sin inmutarse la acepción norteña de cortijo, esa parcela de poder y de protagonismo que todos queremos ostentar y por cuya defensa estamos dispuestos a colocarnos el puñal entre los dientes. Todos aspiramos a ser los amos de un cortijo, aunque no todos valemos para ello. Los hay que cuando no se hace lo que ellos quieren optan por llevarse el balón a casa porque es suyo, pero los demás no quieren dejar de jugar y empiezan a darle patadas a un bote. Es por eso que tenemos por ejemplo tropecientas asociaciones de comercio que han ido surgiendo de enfados, egoísmos y ansias de notoriedad e influencia.

Y los hay también que son muy hábiles en el arte de administrar el cortijo y barren para casa que da gusto. Ojalá hubiese uno en cada comarca de este nuestro terruño, porque seguramente iría todo de puta madre en cada una de ellas. Pero el problema surge cuando el dueño de uno de esos cortijos asciende y su deber sobre el papel le obliga a ampliar horizontes y a velar también por el desarrollo de aquellas zonas que se encuentran más allá de la punta de su nariz. Hay a quien le cuesta mucho, la verdad. Y por eso brama si las estaciones de esquí generan un déficit para las arcas de la provincia pero seguramente brindaría con espumoso si la inversión en la montaña fuese para construir una nueva presa que inundase más valles y más pueblos para así embalsar más agua y que a sus fincas no les falte de nada. Es por eso que también se le ve contento cuando el dinero de todos mana a borbotones para modernizar los regadíos. Todo es bueno para el cortijo, pensará... Pero únicamente para el suyo, porque carga contra la nieve como motor económico y calla ante los incumplimientos sobre Feve, cuestiones que atañen a cortijos en los que no todo va de puta madre.
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