Corro de Vegaquemada: 'Sergio y tíos al desguace de Paula'

La victoria de los cuatro líderes: Víctor, Moisés, Tomasuco y Caberín, estuvo acompañada de muchos detalles y mancaduras

Fulgencio Fernández
18/08/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Un instante del corro de Vegaquemada. | MAURICIO PEÑA
Un instante del corro de Vegaquemada. | MAURICIO PEÑA
«Tíos al desguace», repite cada año en Boñar el mismo paisano, consciente de que en este maratón de agosto son muchos los que «caen» y aún más los tocados. No fue grave en Boñar pero este sábado en Vegaquemada la camilla de la fisio, Paula, temía más cola que la gruta de los milagros de Fátima.

Vaya por delante que este corro de Vegaquemada fue para los líderes, Víctor Llamazares, Moisés Vega, Tomasuco González y Abel Isaí Cabero, todos ellos con solvencia y autoridad.

Pero, entre el desguace y el calendario, son muchas las historias que confluyen en un corro. Por ejemplo, todos buscaban al llegar al Morín de Riaño, el hombre del récord unas horas antes, que ya avisó de que no había ninguna posibilidad de repetir gesta, ni siquiera de hacer un buen papel. La celebración, como avisó, fue larga: «Hasta las nueve de la mañana, con Santi. Hoy, como me toque Kico, me tira», en referencia al singular Francisco de Abajo, que no es que haya tirado a muchos rivales, como se contaba también del Guardia Ferreras, del que decía el árbitro Miguelín: «Voy a morir sin poder darle la mano» (en referencia a pitarle una caída).

No era sólo Morín quienanduvo de celebración, los de Montaña del Porma celebraron su fiesta en Boñar, que también honraba a San Roque. Cómo sería la cosa que se daba por gesta la decisión de Tomasuco de ‘cuidarse’ y se fue a las cuatro de la mañana a casa.

En la marejada de cosas que van pasando sería malo que se pasara por alto un gesto que ocurrió en semifinales de medios, entre La Roca Moisés y El Ingeniero, Sergio González, que recordaba cómo hace un año se lesionó en este corro cuando disputaba la final e, incluso, iba por delante. Hubo una caída complicada de ver. Los árbitros dudaban. Marcó Pedro Llamas caída para Sergio, Moisés miraba incrédulo y el propio Sergio, que nunca pasa desapercibido —para bien— les dijo que era media de Moisés porque «me solté yo». No se lo pagó la grada como se merecen gestos así...

Mientras la batalla seguía por la hierba el desfile hasta el desguace de Paula no cesaba:Guiller el de Valdeón decidió no forzar su rodilla; al Tigre le cayó encima Cristian y sonó a terremoto, Rodri tuvo su rodilla largo tiempo en las manos de Paula; Lixer pidió volante; Morín ya ni te cuento la tragedia de despegar los esparadrapos; el enorme Josele —la esperanza de La Fabricona para pesados— tampoco acabó su combate; Tomasuco pasa antes con una uña negra que se le cae, después con el empeine y en medio con las heridas del cinto de Liquete; y, para colmo, el que felizmente regresaba, Cristian, tuvo que retirarse en su semifinal con Caberín, que explicaba su sensación: «La caída no parecía peligrosa, yo evité caerle encima de plano pero escuché un crack que no me gusta nada», explicaba mientras se interesaba por él.

Y muchos más. Y esto sigue, este domingo a la orilla del pantano.

Sonó el villancico de los obispos


Canta Amancio Prada un villancico de San Juan de la Cruz cuya principal característica es que se puede cantar «como viene y al revés», me explico. Dice el estribillo que «Del Verbo divino / la Virgen preñada / viene de camino: / ¡si le dais posada!»; pero también tiene el mismo sentido cantado al revés: «Si le dais posada / viene de camino / la Virgen preñada / del Verbo divino».

Se acude a este villancico en la lucha leonesa «cuando ganan los mismos» y da igual que los cuentes de ligeros a pesados que al revés, al final son El Hombre Tranquilo, La Roca, Tomasuco y Caberín. O al revés. Es lo que llaman el villancico de los obispos.

Fue este sábado un día en el que les tosieron poco a los ganadores. Recordaron algunos que a muy pocos metros del corro, enla cercana residencia de ancianos, vive el patriarca de la lucha, Antonio Alvarado Largo, de Remolina, 107 años recién cumplidos, cabeza de la saga de los Alvarado que ahora luchan (ayer estaba Pedro)... Y ya que el más veterano, Morín, avisó de que no estaba en e de ofrecer homenajes apareció Javi Oblanca, que curiosamente fue quien luchó la final con Saturnino Miguélez en el corro en el que Satur logró el récord de ganador más longevo (46 años) que en Boñar le arrebató Morín por unos meses. Llevaba buen camino La CátedraAmbulante de Villabalter, que le levantó dos combates a los jóvenes Manolín de Lillo y, en semifinales, al pujante Adrián Fierro II, que se había adelantado con una entera. La medicina de La Cátedra fue la más clásica, como la Aspirina, saber esperar, aprovechar el empuje del rival y atacar en el momento justo.

¿Sería capaz de rematar la tarde derrotando a Víctor, que venía deremontar a Busi. No fue posible, sabiduría puede lo que puede y el propio Javi sonrió en el suelo en su primera caída con un gesto que lo decía todo: «Lo que no puede ser, no puede ser y, además es imposible». Al menos ayer, que esto sigue.

En medios vimos varios combates duros, de la saga de los kilopondiómetros:_Adri-Moisés (0-2);_Arce-Lixer, tremendo con victoria de Diego;_Arce-Flechina... pero La Roca estaba intratable. Después de perder la final, Flecha se sentó y lo reconocía:_«¡Qué duro está! es imposible!».

Y en pesados, incluso a las puertas del desguace, volvieron los momentos para el recuerdo, como en el Rubo-Tomasuco, que la grada se arrancó en aplausos sin que mediara caída. Sigue el de La Vecilla mostrando un abanico de recursos propios de un grande, volver caídas como una cadrilada de Rodri, garabitos, sus cadriladas de siempre... Y Sofía empujando.

Caberín detuvo el carrusel de pesados en su casa

Abel Isaí Cabero es líder sólido de pesados pero casi con el mando a distancia, pese a no venir a muchos corros, lo que propició que aún no hubiera ganado en el maratón pues en dos corros no estuvo y otro lo perdió. Pero este sábado detuvo ‘el carrusel’ de pesados y apuntó su nombre. Las miradas estaban puestas en el casi local Cristian pero cayó lesionado; lo mismo le ocurrió a Josele, de la saga de Corcos, en quien creen mucho por su fuerza y cuerpo pero fue al desguace... ¿Quién quedó? Otro tipo singular. Víctor J., que tiró a Méndes, Quiñones y Héctor Redondo para meterse en la final animado por Víctor Jr., que a cada grito en favor de su rival responde con otro más alto, «¡Vamos papi!», que suena tan tierno como el abrazo en el que se fundieron después de perder la final pues el chaval entiende que lo hecho ya es mucho. Y_más en una tarde en la que los líderes no parecían con ganas de escuchar toses, y no le dio Caberín ninguna opción en la final.

- ¡Vamos Papi;_claro que sí.

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