Corro de Mansilla de las Mulas: "A ver si tiro hoy a este tío". Pues no

Víctor, Moisés y Caberín siguen intratables y se llevaron el corro de Mansilla con absoluta solvencia

Fulgencio Fernández
16/09/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Moisés Vega, en la foto con Flechina El Judoka, sumó un nuevo corro aunque la Liga ya la ha ganado matemáticamente hace unas semanas. | SAÚL ARÉN
Moisés Vega, en la foto con Flechina El Judoka, sumó un nuevo corro aunque la Liga ya la ha ganado matemáticamente hace unas semanas. | SAÚL ARÉN
Ya hace casi treinta años que en Mansilla, donde este domingo regresó la lucha, un muy joven Javier Oblanca daba sus primeros pasos en la lucha leonesa. Se midió con el recordado Javi Ponga que le tiró «como un saquín». Aquel día aquel joven luchador se prometió a sí mismo que «nunca jamás me volverán a tirar así»; parecía aquella frase de ‘Lo que el viento se llevó de «nunca más volveré a pasar hambre» (de buena lucha).

Ayer, nuevamente en Mansilla, seguía por allí Javi Oblanca, esta vez con su hija Iria que por primera vez acudía a un corro a ver a su padre, que no en vano ya tiene cinto con su nombre.

Y aquel niño es hoy «La Cátedra Ambulante» que busca ganar un corro para seguir haciendo historia, no fue posible ayer pero sí cumplió su promesa, se metió entre los cuatro mejores e hizo decir a la doctora Magali cuando acudió a que le atendiera con un dedo seriamente dañado pero decidió seguir: «Son de película estos tíos».

Santi mostraba sus buenos propósitos antes de la final, «a ver si puede ser hoy», Víctor no le dejóSigue vigente su lección de saber estar en un corro, de prometerse cada día intentarlo, como hizo ayer una vez más el ‘irreductible’ Santi El Míster, que atraviesa una gran momento. Cuando salía a disputar la final al todopoderosos Víctor, que está impresionante, dice: «A ver si tiro hoy al tío este».

Y al acabar el combate, con otra exhibición de poder de Víctor, el bueno de Santi simplemente dijo: «Pues no».

Ya había dado muestras, sin embargo, de su saber hacer unos minutos antes en la semifinal ante Busi, que definía perfectamente un aficionado: «Dio todas las caídas Busi y el combate para Santi». Cierto. El de Valverde, que venía de dar dos cadriladas de libro a Jesús el de La Braña, fue a por Santi. Lo sacó hasta el cielo... pero al llegar al suelo. «Los saca tan arriba que les da tiempo a colocarse», decía Víctor, que sabe bien de los arreones de Busi, que perdió pero cumplió con la máxima de intentar tumbar lo que se le ponga por delante.

Parecida historia vivimos con Moisés. Sólo 8 en medios y después de deshacerse del correoso Flechina caminó hacia la final esperada, con el que hasta en sueños piensa en las mañas que hacer: Adri el de La Sobarriba.

Bella final, que arrancó como tantas veces habrá soñado Adri. Moisés le buscó por abajo, con esa tremenda cadera, y Adri hizo de Junquín, de alumno de respondió con una cadrilada al cielo que La Roca soportó pero la encadenó con otra... Una entera para él.

Y después Moisés amachambró, le arrolló y empató mientras desde la grada le gritaban: «Cabeza Adri».

Morín celebraba su 47 cumpleaños y llegó al corro con unas sospechosas gafas negras, fue cuarto Y la tiene, pero Moisés tiene cadera y unos brazos de acero y fe en sí mismo y cuando Adri parecía que lo llevaba le volvió la maña. Fin. Adri miraba como diciendo «¿qué hay que hacer?». Nadie tenía la respuesta pero Adri cumplió con el deber de «meter miedo».

Llegó pesados, el día que Morín cumplía 47 años y llegó con unas sospechosas gafas de sol, como de haberlo celebrado ya en las fiestas de Mansilla. Sonreía y no negaba.

Al grano, de lo deportivo. Al tío que hay que tirar en este peso es a Abel Isaí Cabero, Caberín, y como decía Santi en ligeros salió «pues no», tanto que marchó para casa sin recibir ni media caída el de Valdearcos.

La verdad es que Morín, por ejemplo, no esconde que «yo para Cabero no miro, pero ser subcampeón no estaría nada mal con 47 tacos». Su hijo, David, lesionado y por ello ausente, se preocupa por sus males: «La rodilla, bien». Nuevamente el finalista fue Víctor J., un tipo que genera muy buen rollo a su alrededor y que ayer ganó la semifinal a Morín porque éste tenía pasividad. En la final ya abrazó a Cabero antes de salir porque «lo que no puede ser es casi imposible, pero voy a intentarlo».

Se quedó en eso, en el intento.

La Perla-Tomasuco: lucha, rivalidad y abrazo antiguo


La única categoría en la que ayer no ganó el líder fue en semipesados, donde Tomasuco no se pudo imponer en la final a Rodri La Perla. Lleva un fin de semana negro el de La Vecilla, tres corros sin victoria son algo muy inusual en él, el Capitán Tomás.

Empezó sufriendo Tomasuco con Liquete, pero también Rodri tuvo que remontar a un Rubo que se le adelantó. Los dos llegaron ‘trallados’ pero el estado de forma de La Perla en la recta final es impresionante y ayer lo volvió a demostrar.

Cuando Rodri y Tomasuco salen al centro del corro se hace el silencio que precede ‘a la tormenta’, todos saben que algo o mucho va a pasar.
Ayer la final fue otra exhibición de poder de La Perla, que sigue en Perla. «¿Dónde estuviste todo el verano?», le preguntan desde la grada.

Y él sonríe pues entiende la broma.

En tres segundos le dio la primera caída y pocos segundos después llegó la definitiva. Tomasuco, de espaldas, creía que era media y torció el gesto al escuchar que había perdido el combate. Se fue conel enfado de quien siempre sale a ganar cuando la megafonía anunció que «Tomasuco perdía el corro pero ya es campeón matemático de Liga con los 8 puntos».

No pareció hacerle mucha ilusión en ese momento, pero salió la cara de excelente persona que es Rodri, que —junto con Rubo— quiso ser el primero en felicitarlo. Se fundieron en el abrazo de los luchadores antiguos que se ‘matan’ en el corro para después acabar cenando juntos.
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