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Controversias sobre la Catedral

14/04/2016
 Actualizado a 18/09/2019
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El fin de semana pasado celebraba su quincuagésimo aniversario la Capilla Clásica de León con un concierto en la Catedral. Fue una actuación fantástica y un acto que transmitió sensaciones poliédricas. La pieza elegida era de gran belleza y el acompañamiento del coro por la Joven Orquesta Leonesa un acierto.

Hubo algunos detalles que afearon algo la ocasión. El primero fue la gélida temperatura del templo, algo que en estos tiempos se puede solventar. El segundo fue el sobreaforo, un fallo de la organización que llevó a gran parte de los asistentes a quedar de pie y en zonas donde la acústica no es adecuada. El tercer detalle incorrecto fue la larga lectura, de veinticinco minutos, de la historia de la Capilla Clásica en un templo helado y con un público mal acomodado.

Se me justificó que se trataba de un acto, pero la gente allí iba a oír un concierto. Porque si de escuchar durante media hora una declamación en esas condicionesse tratase, el templo estaría semivacío. Y digo esto con el deseo de que el error no se repita, porque el concierto en sí merecía la pena y además porque la Capilla Clásica merece todas las felicitaciones por su trayectoria y labor.

Un aspecto esencial que quedó claro una vez más para quienes sentimos la Catedral es la necesidad de desmontar el trascoro y la sillería del coro, y de trasladarlos a dependencias del Museo Catedralicio. Esto, que puede parecer un disparate, tiene explicación.

El trascoro es una obra renacentista de primer nivel. Lleva 450 años en ese sitio, pero está desubicada en un conjunto homogéneamente gótico. A pesar de su valor, apenas se aprecia porque queda diluido en la obra edilicia. Además corta la visión de la nave mayor y no responde a necesidades litúrgicas o artísticas. Es un precioso armatoste, pero armatoste al fin. Donde está no se valoriza, y condiciona y degrada el uso del edificio, como lo hizo en este concierto y en cuantos actos se celebran. El trascoro y la sillería del coro merecen un tratamiento individualizado y expositivo en otra parte, y la Catedral merece ser apreciada en su inmensidad.

Debido al trascoro es imposible hacer un concierto como el de la Capilla Clásica en la nave principal de la Catedral. El trascoro renacentista corta la dinámica espacial gótica de Santa María, concebida como una imponente nave vertical de gran profundidad, elevación y luz, apreciables desde las puertas. Hay que hacer justicia al edificio, y a la preciosa escultura del coro y el trascoro individualizándolos. Solo así podremos entender y disfrutar ambas obras en toda su intensidad.
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