Con piel de oveja
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De la misma forma, nadie se imaginaría que en el ABC trabajase un tipo tan gañán que antes de publicar una fotografía de un acto público se ocupase de borrar con Photoshop el emblema de El País en la alcachofa de un micrófono. Nadie se imaginaría, siquiera, que El Comercio lo hiciera con la Nueva España, pero el Diario lo hace con La Nueva Crónica como la cosa más normal del mundo, para convencernos de que no estamos en una moderna capital de provincia con dos periódicos en papel, sino en la mancomunidad Villarriba-Villabajo de los antiguos anuncios de Fairy.
Y mientras tanto nuestro Ayuntamiento, no contento con llenar la fuente de Santo Domingo de colores led, convirtiendo la plaza en un remedo de restaurante chino o de vestíbulo de hotel de Las Vegas, reparte camisas de chef para los camareros de los establecimientos colaboradores de la flamante capitalidad gastronómica en las que sólo hay un texto, epítome del esnobismo en la promoción local: «Workteam, creating style at work». ¿Se puede ser más hortera?
Duele decirlo, pero ni el AVE, ni el Palacio de Congresos, ni todo lo que se nos pudiera destinar de los Presupuestos Generales, podrá sacar a León de la automarginación mientras nosotros mismos no nos esforcemos por ser un poco menos paletos. Sigue vigente aquella frase de primeros del siglo XX que tantas veces citó Crémer en el decano de la prensa leonesa cuando atravesaba horas más afortunadas: «León, ciudad añeja, por qué te vistes, ay, de piel de oveja».