16/08/2020
 Actualizado a 16/08/2020
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Apagadas por el ruido de los rebrotes y de las picardías monárquicas, tan cansino todo, unas declaraciones del omnipresente Igea acerca de una posible Ley de Memoria Histórica han pasado casi desapercibidas. No se merecen las palabras del Vicepresidente ese desprecio, ni por el contenido de las mismas ni por la forma en que las expresa. Recordemos la sustancia: «la memoria histórica necesita un cambio de punto de vista (…) se ha omitido uno de los importantes, que es el de los no combatientes de la tercera España, el de un montón de gente que pensó que matar y llenar el país de sangre no era una buena idea». Fin de la cita.

Preocupa que a estas alturas se hable de combates, como si el periodo de la memoria se limitara a tres exclusivos años de guerra incivil y se ignorase que a ellos le siguieron otros cuarenta donde el combate se llevó a cabo en exclusiva desde el poder fascista contra todo tipo de libertad. Y hubo muertos y represión en ellos también, aun sin opción alguna de batalla. Por eso precisamente cabe preguntarse: ¿Qué es un no combatiente? ¿De verdad se puede elegir en un régimen totalitario como aquel ser una persona luchadora o no serlo? Aparte de los sublevados y su corte, ¿cree de verdad Igea que alguien desde el Gobierno legalmente constituido consideró que era una «buena idea» matar? ¿No estaremos promoviendo así otra forma de blanqueo de unos hechos que no admiten muchos matices? ¿Una tercera España? No nos confundamos: hubo una España y una ¡Es-pa-ña!Las sigue habiendo.

Éste es el auténtico combate, el ideológico, que requiere, como dice Igea en la entrevista, acuerdo, discreción y nada de censuras. Bueno es que para ello exista una Ley y saludable es que nazca por impulso del propio Gobierno de la Junta de Castilla y León. Por cierto, en su seno, como consecuencia de un Decreto, hay dos consejos, uno asesor y otro técnico, que llevan trabajando en la materia más de dos años con acuerdo, discreción y sin cesuras. Luego no hablamos de imposibles.
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