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Coherencias impuestas

20/06/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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Una de las reglas no escritas de la política es que está reservada para los políticos. Es una especie de sistema de protección gremial invisible pero perceptible que resguarda a los políticos de profesión y castiga a quienes apostaron por la política como un traje temporal con ese viejo ideal de ayudar a cambiar las cosas aportando su experiencia.

Vino el prestigioso médico Francisco Igea a regenerar la política autonómica e intentó primero regenerar Ciudadanos ganando contra pronóstico y contra la dirección nacional unas primarias tan democráticas con sus militantes que fueron convocadas con vencedora y pucherazo. Ganó el hasta entonces diputado esa batalla, pero quedaban muchas escaramuzas para plantar su bandera en el cuartel rival (que es en tantas ocasiones la sede de las propias siglas). Y uno puede pillar por sorpresa y con el pie cambiado al enemigo una vez, pero es más que improbable que una guerrilla gane a un ejército al final de la contienda. Más aun cuando los generales ya se encuentran avisados. Pedro Sánchez solo hay uno y su milagro de resurrección laica frente a los susanistas es una extrañeza histórica, una de esas excepciones que nos dicen que confirman la regla.

El caso es que la regeneración de Igea pasó de evitar el aterrizaje forzoso de Silvia Clemente en Ciudadanos a terminar (si se cumple lo que parece) de muleta de Alfonso Fernández Mañueco para mantener al PP de siempre en donde siempre. Cuando algo es complicado de explicar normalmente es que suele ser difícil de entender. Un gobierno de Mañueco (con o sin carteras naranjas) es la misma regeneración que proponía Clementecuando Igea cogió las armas. Cualquier otro argumentario es un enredo lingüístico de esos con los que los políticos se quedan satisfechos frente a los periodistas y que no convencen más que a convencidos.

La penúltima venganza de la direccion nacional contra el médico díscolo metido a político es aceptar, y obligarle a votar, a Luis Fuentes como presidente de las Cortes de Castilla y León. Quizá no había mejor puesto para pagar los servicios prestados con relevancia institucional a quien es incapaz de la relevancia política pero es una nueva victoria del hombre de negro de Rivera. Villegas trae a Castilla y León el maletín de las coherencias impuestas. Se le acumulan las derrotas a Igea y van pasando las semanas. Los domingos recurre a citas bíblicas para mantener la esperanza, «todo tiene su momento oportuno». Estas palabras son parte de su nueva imagen de perfil en redes sociales, donde también ha escondido su rostro y han desaparecido los fondos corporativos de partido. Porque Igea no es un político y o se convierte en político o la política le acabará expulsando de sus cortijos. Aquí no hay tercera vía ni bisagra ni geometrías variables. Hay «un tiempo para destruir y un tiempo para construir» que también dice ese fragmento de Eclesiastés del Antiguo Testamento. La política destruye todo lo que aleje del poder.

Nadie sabe cuánto prestigio se le está escurriendo al sostener esa lista cada vez más larga de coherencias impuestas o sellarlas con su silencio. Si terminará venciendo el médico o el político. Como político, obligado a respetar las normas no escritas que son las más sagradas normas.
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