15/07/2018
 Actualizado a 13/09/2019
Guardar
Se ha hablado con nostalgia de la desaparición de los cines de verano, más de 1.600 llegó a haber en España en los años 60 y apenas 400 quedan ahora. Yo no conocí ninguno en León, pero sí recuerdo la época en la que cada pueblo tenía su cine, que formaba parte indispensable del plan de actividades de las vacaciones de naturales y veraneantes, especialmente cuando la temporada venía revuelta y lluviosa como en este año.

Lo recordé cuando en alguna parte oí que la Junta de Castilla y León programaba un ciclo de cine itinerante en diferentes pueblos de nuestra provincia, entre ellos La Pola de Gordón, donde he pasado algún verano que otro, y partiendo de la base de que uno no suele asociar el cine de verano con sesudos cinefórums, elucubraba sobre los títulos que ofrecería ¿Nos pondrían ‘Tiburón’, ‘El largo y cálido verano’, algo de cine infantil o de aventuras para ver en familia, una romántica, o de terror, para que se arrebujen los amores de verano?

Pues no, resulta que el ciclo lo organiza el Musac, y su propuesta es tan atractiva y refrescante que lleva por título ‘Luchas rurales, desastres globales y sueños colectivos’. Incluye obras como ‘Los espigadores y la espigadora’, un ensayo sobre traperos y recolectores urbanos que buscan entre la basura objetos desechados, ‘Sueños colectivos’, en la que un realizador español que se hace llamar Potyomkin «pretende reflejar las ansias de libertad y una forma de concebir el mundo basada en la primacía de lo colectivo frente al individualismo», ‘Entre el dia i la nit no hi ha paret’, otro documental que investiga el papel de las mujeres en la huerta, en valenciano con subtítulos, y una película cuyo creativo título me parece especialmente sugerente ‘Regresando al futuro II. Orduña hacia su soberanía alimentaria’, esta vez en español y vascuence, también subtitulada. Curiosamente se ha colado ‘Surcos’, un clásico de los años cincuenta con el que José Antonio Nieves Conde, falangista camisa vieja, introdujo en España el neorrealismo italiano.

Uno se pregunta qué le habrá hecho La Pola Gordón a la Junta de Castilla y León o al desnortado y desangelado Musac para merecer semejante colección de bodrios para maníaco-depresivos y sociópatas de extrema izquierda. Quizá se trate de un astuto plan para potenciar la hostelería de un municipio tan castigado por el fin de la industria minera, porque con semejante alternativa de ocio cultural el bar de Marifé va a estar hasta arriba. Siempre nos quedará el gin tonic.
Lo más leído