28/07/2019
 Actualizado a 16/09/2019
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La dirección de la casa me invita suavemente (¡sus razones tendrá para usar manos de nieve!) a dejar libre este espacio en LNC durante el mes de agosto. Acogemos con satisfacción esta suelta de grilletes literarios (que también lo son, porque, si lo son los de amor…) y aprovechamos esta última entrega de la temporada para rendir homenaje a quienes creemos merecen aunque solo sean dos líneas en un medio de comunicación.

El domingo pasado, en Villafranca del Bierzo, a los pies de los restos de aquel gran teólogo, negociador y santazo que fue Lorenzo de Brindis, la Iglesia de Astorga clausuró un Año de la Santidad que en su día había metido en la médula diocesana quien fue su obispo hasta el aciago mediodía del pasado quince de mayo, D. Juan Antonio Menéndez. Se pretendió que a todos llegara la invitación del papa Francisco a ser santos en el mundo actual. Dios sabrá lo que se habrá conseguido. Pero lo que Él sabe y todos entendemos es que esa tarde calurosa en el corazón de todos estaban la gratitud y la oración por la Paz Eterna de aquel buen hombre bueno al que la misericordia de Dios pareció librar a tiempo de tensiones terrenas.

El día 25 fue la solemnidad del Santo Jacobo, Sant-Yago, cuyos restos reposan milagrosamente en la remozada Catedral Compostelana. Ante ellos a lo largo del año y muy especialmente en estos días han llegado miles y miles de hombres y mujeres, peregrinos unos, no tanto otros, para cumplir una de las grandes ilusiones de su vida. Pongamos aquí de relieve que en el cumplimiento de esos deseos tienen arte y parte entidades y personas que han sido mojones y campamento y regazo: parroquias de Bercianos del Real Camino, Villadangos, Hospital de Órbigo, benedictinas, maristas y capuchinos de Sahagún y León, monjes de Rabanal del Camino, hospitaleros de cien lugares, amigos del Camino en Astorga y Villafranca, párrocos y sacristanes de comunidades mínimas…

Y anteayer, memoria de los Santos Joaquín y Ana, según la tradición padres de la Virgen María, recordé (y no creo equivocarme) que fue hace años en León, concretamente en La Bañeza, en la Residencia Mensajeros de la Paz, donde el ‘padre Ángel’, inspirador de ese movimiento de solidaridad y humanismo, puso en marcha el Día de los Abuelos. Estos siempre han tenido un lugar caliente en el corazón de todos. Por si la sociología hubiera cambiado, justo y necesario es poner en rojo este día. Y con ellos los nombres de todos los anteriores. A todos, gracias sin retóricas. ¡Que disfruten del veranito!
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