09/08/2020
 Actualizado a 09/08/2020
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Ayer era día de haber pasado por casa de Vicente el de La Uña, al que decían Chapolines y tuvo por ocupación primera ser furtivo, hasta que a la guardia civil le dio el andancio, que es lo que suele ocurrir en estos casos y decidieron que lo mejor era hacerlo Guarda Mayor de la Reserva. Mano de santo, si había cacería era porque Vicente estaba mirando para otro lado por decisión propia.

Y echamos de menos al hijo de la señora Sabina, que también fue furtiva,por la forma de contar la vida, que la peor tragedia tenía su cara amable. No te digo más que cómo explicaba Vicente que había nacido pobre o peor.

- Era el más pobre del pueblo y su contorna.

- No sería para tanto.

- ¿Qué no? No te digo más que cuando yo nací en casa no teníamos ni padre.

Y así quedaban contadas dos historias y de una casi ni se daba cuenta el respetable.

Vicente siempre metía dos historias en una. Un día llegaron dos asturianos y se dieron cuenta de que no había cafetera en la tasca de Vicente. Y quisieron hurgar.

- ¿Tiene café?

- Y si no lo tengo voy a Colombia por él, lo interesante es saber si usted lo quiere.

- Lo quiero.

Pues Vicemte arrea para Colombia, que realmente era hasta el puchero de la cocina.

- ¿Y vermú tiene?; preguntó el segundo.

- Sí señor, blanco.

- ¿No lo tiene rojo?

- Podría, pero ocurrió que por esta zona lo rojo lo requisaron todo; si va usted al cuartel igual les queda algo en el almacén.

Y ya no te digo si le echaba un piropo a una veraneanta: «No te parezca mal rapaza, pero a tí el que te desaproveche me lo dices que no tiene perdón ed dios. Ni mío».

Ni mío.
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