Casa nueva para el más viejo museo

Para el Museo de León la nueva sede de Pallarés supuso un cambio radical, una década para soñar

Luis A. Grau
11/06/2019
 Actualizado a 19/09/2019
La nueva sede en el edificio Pallarés cambia la historia de este Museo de León que desde 1992 tiene en la villa romana de Navatejera su 'anexo arqueológico'. | L.N.C.
La nueva sede en el edificio Pallarés cambia la historia de este Museo de León que desde 1992 tiene en la villa romana de Navatejera su 'anexo arqueológico'. | L.N.C.
Antes, durante y después, prosiguen las opciones de traslado en un auténtico sorteo donde cabe todo edificio leonés que se precie: la propia iglesia de San Marcos, el edificio "Fierro" de la Diputación, la antigua cárcel, la escuela de magisterio, la "casa del peregrino", el palacio episcopal, el viejo edificio de correos, el palacio de los Condes de Luna, etc. y, mientras tanto, las colecciones se amontonan en las tres únicas salas de exposición disponibles ahora, una de ellas habilitada parcialmente como gélido despacho por medio de un biombo.

En 1971 se ocupa la "casa del peregrino", aneja a San Marcos, como improvisado almacén de un henchido Museo. Años después deberá desalojarse precipitadamente por orden del municipio, su propietario, en uno de tantos episodios traumáticos que venimos sintetizando. Entretanto, en 1987, durante la dirección de don Jorge Juan Fernández, el Museo pasa a estar gestionado por la Junta de Castilla y León, aunque sin perder su carácter estatal en la reserva de titularidad. Además, se incorporan un año después al Museo las importantes colecciones que la Comisión de Monumentos mantenía en su poder desde 1898, no todo son malas noticias.

La década de los noventa se caracteriza por los bandazos del proyecto de reubicación, sujeto a veleidades políticas poco justificadas, y, frente a ellos, por un rápido y sólido cambio de las condiciones de conservación, científicas y técnicas, de las colecciones, con la recuperación de parte de la proyección social del centro ante la ciudadanía. Respecto a la sede, el nuevo proyecto de Alejandro de la Sota (el segundo, tras el "acto fallido" del Palacio episcopal), es finalmente arrinconado en 1996, posiblemente por razones vinculadas al destino del solar de la calle Santa Nonia, aquel que la diputación cediera en su momento pero que ahora el ayuntamiento pretende para otros menesteres. La muerte del propio De la Sota sella el final de un proyecto que merecía mejor fortuna. Con todo, la falta de destino para un inmueble singular de la capital, perfectamente ubicado y caracterizado arquitectónicamente para un uso similar, el edificio 'Pallarés', lleva a la dirección del museo a proponerlo como alternativa para la sede del Museo en 1997, propuesta que se materializa en 2001 con su adquisición por el Ministerio de Cultura. Las obras de adaptación necesarias, realizadas entre 2004 y 2005, respetan en su mayoría lo dispuesto por el Plan Museológico diseñado por el Museo en 2003, pese a mantener hechuras arquitectónicas previas no del todo óptimas. Y, por fin, en 2006 ‘Pallarés’ se convierte en la nueva y definitiva sede matriz del Museo de León. Matriz o casa madre, pues no se abandonan las salas de San Marcos, que pasan a ser un «anexo monumental» del Museo con la vocación de centro de interpretación de tan esencial inmueble, uniéndose así al «anexo arqueológico» que, desde 1992, constituye la villa romana de Navatejera, en el cercano municipio de Villaquilambre.

Mientras tanto, el Museo de León ha cambiado también por dentro, siquiera más discreta pero más decisivamente, para entrar en el nuevo siglo con gran parte de sus colecciones restauradas y reinventariadas, un importante aumento de sus bienes culturales, un buen número de publicaciones catalográficas y divulgativas, numerosas exposiciones temporales sobre la base de sus ricas e inéditas colecciones ("mostrando por fascículos lo que debe ser un volumen completo cuando se disponga de la encuadernación", se afirma muchas veces para insistir en la necesidad de la sede estable) y, en especial, una redefinición y reactivación de su papel en la sociedad leonesa, en la que sigue siendo la más antigua institución dedicada a la protección y difusión de su herencia histórica, pero, además, ha de ser una de las más vitales. Así, "el Museo de León, uno de los más preclaros de España" -por concluir con el propio Gaya Nuño- ha pasado casi de puntillas por el siglo XX, pero encara esta centuria con todas las puertas abiertas al futuro que los leoneses quieran otorgarle.
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