Carmelo Gómez: "Los poemas los encarno desde la humanización"

El actor leonés acude este viernes al Auditorio con el espectáculo poético-musical ‘A vueltas con Lorca’, que tilda de "instalación performática de la poesía de Lorca para que llegue al público de forma natural, como si fuese una conversación en prosa"

Joaquín Revuelta
10/09/2020
 Actualizado a 10/09/2020
Carmelo Gómez en una imagen promocional del espectáculo 'A vueltas con Lorca'. | SERGIO PARRA
Carmelo Gómez en una imagen promocional del espectáculo 'A vueltas con Lorca'. | SERGIO PARRA
La última conversación que mantuve con el actor Carmelo Gómez fue a mediados del mes de marzo, cuando apenas llevábamos diez días de confinamiento como consecuencia de la pandemia provocada por el Covid-19. Han transcurrido seis meses desde entonces y la situación no parece que haya cambiado a mejor, pues los rebrotes se siguen sucediendo y la situación del sector cultural es muy preocupante.

El actor de Sahagún reconoce que la situación desde el punto de vista personal la ha llevado bien «porque de alguna manera uno necesita unos ejercicios espirituales de vez en cuando (ríe abiertamente) y ha servido para pensar, para tomar tierra, para leer algunas cosas que estaban pendientes, para todo eso, pero, claro, todos queremos tener un futuro y este covid está poniendo muchas cosas en tela de juicio, y para mí la más importante a nivel personal es qué va a pasar con mi trabajo, qué va a pasar con este oficio, qué vamos a hacer ahora y replantearse un poco cuál va a ser el futuro, con o sin vacuna. Es que me da igual, porque esto nos ha cambiado, nos ha configurado de otra manera y sobre todo ha puesto en solfa muchas seguridades que teníamos en nosotros mismos, con lo cual, personalmente bien, pero con el desasosiego de ver lo que efectivamente se ha visto, que estamos sin futuro en este momento. El teatro necesita el cuerpo a cuerpo y resulta que el cuerpo a cuerpo es una de las cosas más perseguidas por esta pandemia, y en eso estamos», sostiene el intérprete de ‘A vueltas con Lorca’, que es la singular propuesta escénica que este viernes a las 20:30 horas en el Auditorio Ciudad de León va a propiciar su reencuentro con el público, aunque sea con un aforo reducido a doscientas personas, menos de un tercio del patio de butacas del recinto.

«Entiendo perfectamente que si los teatros no estuviesen subvencionados o no tuviesen algún tipo de ayuda eso sería absolutamente inviable, porque con ese aforo habría que cobrar 90 euros por persona para poder sufragar los gastos de una compañía como la mía, que somos tres», reconoce Gómez, para quien estos meses han revelado «que no estamos capacitados para resolver problemas de índole grande. Esto es un grave problema y hemos ido a improvisar como siempre, a hacer titulares pero no a resolver las cosas. En ese sentido me ha parecido muy mal el manejo que se ha hecho de un asunto tan grave para convertirlo en un problema político. Y luego la ciudadanía tampoco ha demostrado estar a la altura. Siendo el país que más donantes tiene de toda Europa, tenemos una minoría de subnormales que se quitan la mascarilla para hacerse notar y nos han llevado a esta situación, porque Italia lo ha hecho bien a pesar de tener más contagios que nosotros. Han tenido conciencia de que el país se iba al garete. Aquí, sin embargo, parece que da igual, lo importante es la fiesta, la torta de azúcar y las faldas en el aire, como dice Lorca en ‘Yerma’, y estamos haciendo el ridículo en el todo mundo».Preguntado por lo que puede aportar un espectáculo como ‘A vueltas con Lorca’ a la situación tan especial que nos ha tocado vivir, el actor facundino considera que «el teatro lo que tiene es ese mundo presencial, ahora que se está cuestionando la presencialidad en el trabajo o en la educación. Es mentira. Al final terminarán siendo las élites las que puedan vivir sin internet y las que puedan ir a profesores reales de carne y hueso que les atienden en el momento porque de ahí también se aprende, se aprende en lo humano. Este espectáculo nuestro lo que tiene es eso de humanidad porque lo escribe un poeta que era cien por cien humano, como era Lorca, que tiene maestros como Machado que eran cien por cien telúricos, que estaban afincados a la tierra y a la sabiduría popular. Pienso que es de eso de lo que nosotros hablamos, hablamos del pueblo, de la gente, de los eternos y grandes problemas que aquejan al ser humano y a sus dudas y a sus miedos, y lo hacemos como era La Barraca, lo hacemos desde el contacto directo, hablamos al público rompiendo la cuarta pared, hablamos del hombre en clave poética. De alguna manera es una instalación performática de la poesía de Lorca para que llegue de forma natural, como si fuese una conversación en prosa, porque hay fragmentos de ‘Yerma’ y de ‘Bernarda Alba’, pero sobre todo es todo el mundo poético que eleva al hombre a una situación donde la belleza le redime de sus grandes dificultades y problemas para afrontar la vida», argumenta el actor.Carmelo Gómez recuerda que ‘A vueltas con Lorca’ se empezó haciendo en plazas públicas y en teatros con un público que mantenía una gran proximidad con el actor hasta incluso llegar a tocarse. «No había mascarilla ni nada que se le pareciera. Imagínate ahora con la distancia social y las mascarillas, pues claro, es un espectáculo en constante evolución, pero también es verdad que nosotros empezamos contando una historia de una manera y ha ido cambiando en función de cómo está participando también la gente, porque provocamos que el público hable. Todo eso va cambiando cada día en función de que el público lo va construyendo, que es como debería ser siempre el teatro», sostiene el actor leonés.Sobre la labor que ha desempeñado la directora Emi Ekai, Carmelo Gómez considera que «el director tiene una propuesta y el primer día te la comenta, pero en el proceso de creación tiene que estar atento y con muchísima humildad –casi como una madre o como un padre– a todo aquello que va ocurriendo, aunque no esté dentro de su cabecita, porque ellos tienen en la cabecita la función y cuando no se cumple lo que ellos piensan te lo echan fuera, sin haber visto que eso tiene posibilidades nuevas. Para mí, lo que ofrece Emi Ekai es que tiene una mirada generosa y para nada impositiva, deja que se vayan haciendo cosas y se vaya creando un debate. Lo que ha hecho es filtrar muchas cosas que eran caprichos, que eran imposiciones mías, porque yo soy un actor que se las trae, y ella ha tenido la paciencia de ir ordenando todo eso. Yo creo que esa es la gran aportación de Emi Ekai, que ha sujetado las riendas de dos caballos desbocados sobre el escenario».

Poesía, música, teatro, interpretación dan forma y contenido a un espectáculo que empezó como un recitado con trípode y se ha convertido en algo muy diferente. «Está sobre todo la encarnación, que es lo que hemos descubierto Emi y yo. La encarnación de la poesía en la palabra y en el cuerpo –decía Lorca– de la voz que lee los versos. Generalmente cuando vamos a un poema donde no hay un personaje que narra vamos al recitativo, vamos a una cosa monótona, casi conceptual, digamos un poquito en la escolástica pero muy aburrida. En el espectáculo todos los poemas los encarno desde la humanización y para eso nos hemos inventado una historia que va desde el amor, como demiurgo de todas las cosas por esa frustración de todos esos personajes de la dramaturgia de Lorca que quieren ser libres y no pueden y que anhelan cosas y no pueden porque las normas se lo prohíben, casi llegando a la tragedia con personajes como Adela en ‘Bernarda Alba’ o Yerma, hasta la muerte. Una danza de amor y muerte, que por otra parte es un tema clásico. Y lo hacemos desde la tragedia, para que la muerte no se convierta en algo terrible, algo defenestrante, sino un lugar donde podemos mirar ese momento en el que todos nos transformamos y ser capaz de mirarlo con personajes como el Amargo, como el caballero de Olmedo de Lope de Vega o como el propio García Lorca que ni él se imaginaba que aquel último paseo era la última vez que iba a mirar un cielo estrellado o esa luna a la que tantas veces invocó. Y en este camino, en este viaje, se van produciendo la transformación de la materia. En todo momento estoy en ese juego de transformación y por lo tanto estoy en la emoción permanentemente y no solo en lo recitativo».

El apartado musical resulta determinante en la nueva propuesta escénica de Carmelo Gómez, donde su anterior compañero de viaje, Gorka Pastor, por cuestiones de agenda, ha cedido el testigo al pianista ruso Mikhail Studyonov. «Gorka se ha ido de gira con una banda de rock y ha dejado el espectáculo. En Baeza ya estuvimos con Mikhail Studyonov y con él vamos a León», comenta el leonés, para quien la diferencia entre Gorka y Mikhail es que el primero era más jazzístico y el segundo es más de la escuela clásica. «Gorka era más improvisador y jugaba muchísimo conmigo, estaba muy a mi servicio, en ocasiones creo que demasiado. Mikhail viene de una tradición muy clásica, es muchísimo más cartesiano y siempre invoca a su partitura. La relación es diferente, no sé si peor o mejor, pero sí diferente. Lo que pasa es que cada uno de ellos ha elegido la música que cree que le viene mejor. Los poemas ya estaban propuestos por Emi Ekai y por mí y ellos, tras escuchar el espectáculo, le han ido poniendo música, de manera que con las funciones ha ido cobrando forma», asegura el actor leonés, para quien la idea era «no meternos en la música que nos llevara al folclore, porque Lorca siempre está relacionado con el folclore andaluz y eso es una de las grandes mentiras y falacias que se han urdido en torno a este maravilloso panteísta. Esa era la primera clave que les dimos a los dos. Lo que hace mucho Mikhail es improvisar sobre esas piezas que Lorca fue recogiendo a lo largo de su música, si bien vino con Turina en la mano. En general la música tiene que bailar con la palabra y la palabra tiene que tratar de encontrarse en la melodía de la música, y para todo eso no podíamos ir a textos musicales muy cerrados», señala Gómez.

El actor facundino se muestra encantado con este tipo de representación que le proporciona mucha más libertad que un montaje más al uso. «Ahora mismo te puedo asegurar que disfruto más porque tenía muchas ganas de hacer esto, porque nunca lo he hecho, porque yo siempre he hecho ese personaje que compone de forma física y con la voz, que sufre y deja de sufrir y siempre desde la contención, porque cada uno tiene su tesitura y la mía es esta, y tenía yo ganas de salir de la cuarta pared, dejar de componer personajes y dejar que las palabras sean las que me invadan sin ningún apriorismo. Por suerte, aquí puedo reír mientras lloro y llorar mientras río, salto, me bajo al patio de butacas y me siento con alguien del público. Pero eso era antes porque ahora las medidas son mucho más exigentes», reconoce Gómez, que tras pasar por León irán con el espectáculo a Palencia. «Las funciones en Aranjuez y Pozuelo se tuvieron que cancelar y aunque estamos con una gira bastante rica, el Covid-19 lo puede trastocar».

Aparte del teatro, el cine tentó recientemente a Carmelo Gómez mediante un breve personaje para una serie de Netflix que ha rodado Mateo Gil y de la que, reconoce el actor, no ha vuelto a tener ninguna noticia. Preguntado si echa de menos la cámara, confiesa que mucho. «Quiero ver un poco lo que ha pasado. Siempre que llegaba un guión lo leía, pero sabía que iba a decir que no porque quería dejarlo. Aquellos fueron momentos muy duros por cómo estaban funcionando las cosas en el mundo audiovisual por culpa de las televisiones y del mundo de las series y del personal que inundó todo eso de soberbia, porque yo creo que en el fondo hay mucha soberbia. De repente me sentí mal y dije ya no quería trabajar más hasta que la cosa se moderara y hubiera un poquito de sensatez. Y me llevé por delante también todo lo demás, incluido al pobre Gerardo Herrero, al que he visto en el pasado Festival de Málaga y estamos hablando a ver si hacemos algo y volver de una manera serena, tranquila, sin hacer grandes personajes ni grandes cosas, pero ir volviendo de una manera suave como entré, y vamos a ver si esto es posible. Pero ya ha pasado el suficiente tiempo como para saber que las cosas tenían que cambiar y yo creo que en algo han cambiado. O por lo menos yo no voy a irme a hacer esos castings salvajes con chicos con camiseta. Yo eso no lo voy a hacer, no voy a perder más el tiempo porque ahí se te va la vida, es un absurdo teniendo el teatro además. Pero si sale una película, por qué no hacerla, una película que esté bien, que sea bonita, sin estar dentro del mercado, simplemente porque algo que te ofrecen te gusta, lo haces, disfrutas haciéndolo y punto. Eso sería el tipo de proyecto que quiero para un futuro».
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