31/05/2015
 Actualizado a 16/09/2019
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A pesar de la carta a los electores en la que les decían que habían sido muy buenos (¿quién no dice que lo es en su situación?), en las elecciones municipales y autonómicas del día 24 los Reyes Magos le trajeron al Partido Popular carbón. Dulce, pues en votos totales ganó las elecciones, pero carbón al fin, pues no le sirve para seguir mandando como hasta ahora. Tendrá que gobernar en muchos lugares negociando con otros, con lo poco que le gusta eso.

Al día siguiente de recibir el carbón electoral, el presidente del partido en Castilla y León se quejó públicamente de que la culpa de haber perdido la mayoría absoluta en la autonomía, que todos pronosticaban, la tenía el ministro de Industria, el canario Soria, por su insensibilidad y su intransigencia con el problema de la minería, que había repercutido negativamente en los resultados del Partido Popular en la provincia de León, tan sensible a ese tema por la importancia que tiene para su economía, y tan determinante para la Comunidad. De repente, el presidente de ésta, Juan Vicente Herrera, y más tarde varios de sus consejeros, se mostraban heridos y combativos con el gobierno central de España después de haber dicho amén en todo el tiempo anterior a las medidas de éste y a las manifestaciones insensibles y prepotentes de su ministro de Industria.

¿Qué ha pasado? ¿Qué los populares de Castilla y León y los de la provincia de León en particular estaban en desacuerdo con la política de sus dirigentes en el gobierno central sobre el carbón pero callaron por responsabilidad? ¿Que su silencio hasta hoy se debía a que, estando de acuerdo con ella, de repente han descubierto su equivocación? Que no se engañen los mineros (los pocos que todavía quedan) ni los leoneses (que también van quedando cada vez menos, al menos dentro de la provincia): si los políticos castellanos y leoneses del Partido Popular han levantado las patas ante sus dirigentes nacionales de repente no es por empatía con ellos, sino por pura frustración electoral.
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