19/07/2020
 Actualizado a 19/07/2020
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Desde el punto de vista de la logística (¿desde cuál si no?) hay muchas maneras de viajar. Una de ellas es en caravana. Cada vez más españoles se lanzan a la aventura de los colchones de medio metro mientras que los guiris llevan haciéndolo mucho tiempo ya. Se dice los guiris y parece que son los otros setecientos millones de europeos, pero quizá estemos hablando de unos cuantos miles nada más. Ya se sabe, dices «Los…» y son todos. Los españoles huelen a ajo, y todos olemos. Los españoles son malhablados, y no libra ni el tato. Manda huevos.

Pues esa forma de viajar se consolidará como una opción mayoritaria en nuestro país si pasa el corte de este verano. Porque lo está petando, me dicen quienes ya se han movido un poquito por ahí. Yo, de momento, no puedo dar fe (y estoy que fumo en pipa) porque no me he movido nada o casi nada. Debe de estar todo de caravanas hasta el culo, pero en bien. Me lo dicen de Babia, me lo dicen de Asturias. Y me lo dicen de Madrid, donde hay quien quería practicar el indie camping y le parece que los precios están por la nubes debido a la alta demanda, cuando las hay en alquiler desde cien pavos al día.

Los que no han entrado por el aro todavía se excusan diciendo que lo de las caravanas estaría bien si no te obligasen a ir a campings o a parkings de caravanas y pudieses hacer noche donde te saliese del mismísimo gorro. En medio de ninguna parte, a ser posible sin el paraguas de la seta, suele ser lo más demandado. Quizá por eso (y no porque sean ‘instagrameables’ a dolor) mucha gente dice que optaría por furgonetas tipo Volkswagen California o Mercedes Marco Polo, ya que disimulan más. Que valgan lo que gastaría en una década una pareja viajando a cuerpo de rey es lo de menos. Entre quienes babean por las mencionadas furgonetas deluxe también hay muchos que sueñan despiertos con preparar una con sus propias manos. Ese ha sido uno de los anhelos recurrentes y eternamente insatisfechos de unos colegas, que no han pasado de Puente Castro, o como mucho Lastres, con sus propios medios.

Es tal el éxito de las VW, que se baten el cobre con las autocaravanas de verdad, y han hecho olvidar a las caravanas normales que funcionan como un remolque. Doy fe de que existieron, al menos hace veinticinco años. Algún fin de semana dormí en una Bürstner que los papis de mi colega tenían instalada en el camping de Luna. Pantano, futbolines y buenas meriendas completaban el plan. No sé los setecientos millones de guiris, pero nosotros lo pasábamos pipa durmiendo en colchones de medio metro.

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