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Capitalismo consciente

01/06/2021
 Actualizado a 01/06/2021
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La semana pasada, durante la clase de guion de cine que imparte Fernando Paniagua, cuestionábamos ‘el color’ que me mejor identifique a la película que estamos ideando. Mi protagonista es un asesor de inversiones que opta a ser el director general de un banco de inversión. Mencioné el rojo pasión. Varios compañeros dijeron: el gris. Y me acordé de los hombres grises de ‘Momo’. Y pensé: Pero, ¿qué imagen proyecta la inversión?

Por eso, me parece interesante la corriente ‘capitalismo consciente’, porque, a pesar de que en la mayoría de las películas de cine que abordan el dinero, el capitalismo o los bancos de inversión salen mal parados, asociados a la avaricia y al afán de lucro, el afán de un asesor financiero es que su cliente obtenga rentabilidad a su inversión según criterios éticos, de rentabilidad/riesgo y en función de sus propias peculiaridades. El ‘capitalismo consciente’ conjuga valores propios del capitalismo –intercambio voluntario, competencia y libre mercado– con otros que podríamos denominar ‘más humanos’ como la creación de valor, la colaboración o la confianza. En el libro Capitalismo Consciente: libera el espíritu crítico de los negocios, Johan Mackey –uno de los cofundadores de supermercados Whole Foods Market, comprada por Amazon por 13.700 millones de dólares– y Raj Sisodia –director del Centro Tecnológico de Marketing en la Universidad de Bentley– pretenden pasar de la ‘generación del dinero’ a la ‘generación del bienestar’, alcanzando así el máximo potencial de un capitalismo que tratase de mejorar la vida de los demás y de la sociedad. Lo fundamentan en cuatro principios: ‘Propósito superior’: un negocio ha de tener un propósito más allá de generar beneficios –que es un medio–, como transmitir unos valores. ‘Orientación integral’: centrada en una relación sana y de mutuo interés –donde todos ganen– entre todas las personas de una empresa. ‘Liderazgo consciente’: que el líder muestre esos valores, equilibre los intereses de todos y esté para servir. Y ‘cultura consciente’, orientada a las personas y a valores colaborativos frente a los competitivos.

En el mundo de la inversión algunos lo asocian con las inversiones temáticas y los criterios ASG de sostenibilidad, aunque no solo se trata de ofrecer un crecimiento sostenible en el largo plazo, sino que los inversores sepan que están destinando su dinero a mejorar el futuro.
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