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Capel en León

02/08/2020
 Actualizado a 02/08/2020
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La crítica gastronómica es una profesión muy puñetera. Un fastidio consistente en ir comiendo por ahí de gorra (o con fondos que no son de uno, más bien) lo último en propuestas culinarias y catar un aluvión de productos de la máxima calidad como huevos de santos corrales, setas de bosques ignotos y tomates de huertos de verdad, no urbanos. Eso es la crítica gastronómica, una vez han sido transformados los jugos gástricos en pensamientos, estos ordenados y luego escritos. Quizá solo la lean cuatro flipanders (o ‘foodies’, sí, Isabel Coixet), pero que le quiten el mastique a quien se dedica a ella.

Uno de los grandes maestros de este sacrificado oficio, José Carlos Capel, estuvo el otro día en León ejerciendo. En un par de días o tres se sentó en el Cocinandos, el Pablo, el Marcela y el Camarote buscando lo novedoso. Del Camarote destacó las asombrosas vistas a la catedral. Del Marcela las carnes a la brasa de los Valles del Esla, del Pablo varias cosas pero sobre todo las ancas de rana que ya se comían en Michaisa treinta años antes del advenimiento del concepto ‘foodie’, Isabel Coixet, y del Cocinandos la terraza. Pero lo cierto es que no se prodigó demasiado por nuestros lares, podría haber visitado algunos negocios más. El Mama Tere con sus crudités de alcachofa y sus zamburiñas gordas regordas sin lugar a dudas le hubiese arrancado unas gotitas de saliva.

En mi casa seguimos a Capel en Instagram solo por verle los desayunos. Su cuenta es un desfile escandaloso de quesos, mieles, molletes y tocinos ibéricos que le envían para que se ponga tibio nada más tirarse de la cama y de paso los muestre a sus 62.600 seguidores de morro fino. Si yo tuviese un negocio pequeño dedicado a la producción o transformación alimentaria de calidad ya le habría enviado algo a este hombre. Porque además su actitud crítica está muy bien conjugada con un afán constructivo alentador. Valgan de ejemplo sus piezas en el blog ‘Gastronotas de Capel’ sobre restaurantes, donde siempre comienza con un titular positivo, resaltando lo mejor o lo más excepcional del local para luego en el cuerpo del texto detallar qué le ha parecido lo que ha comido, sin ocultamientos. Ajustar la literatura para no ser excesivamente duro pero tampoco dejarse obnubilar por los negocios que juzga, es un arte que domina a la perfección.

Lean lo que ha escrito sobre León y, sobre todo, si no les viene mal, vayan a comprobar cuánto afina.
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