Angel Suárez 2024

Campanadas de Losada

31/12/2017
 Actualizado a 13/09/2019
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De divulgar la novelesca vida de José Rodríguez Losada, el leonés que construyó el Reloj de la Puerta del Sol, se han ocupado algunos reportajes periodísticos que vienen publicándose cada año por estas fechas. Nacido en la Cabrera en 1797, dejó Losada su tierra de origen y acabó ingresando en el ejército, posiblemente en plena Guerra de la Independencia. Marcadamente significado con el Trienio Liberal, se vio obligado a exiliarse a Londres durante la Década Ominosa de Fernando VII, y allí encontró trabajo como relojero, pasando muy pronto a regentar su propio establecimiento de fabricación y venta de relojes, que llegó ser mundialmente reputado. Suministró cronógrafos a la Armada Española y construyó algunas de las maquinarias más importantes de la época en nuestro país, de entre las cuales es la más famosa la que en unas horas marcará otra vez el inicio del nuevo año.

En la trastienda de su relojería ubicada en el 105 de Regent Street fundó la ‘Tertulia del habla española’, en la que se daban cita carlistas e isabelinos como el general Prim, Ramón Cabrera o José Zorrilla. Con este último trabó Losada una estrecha amistad, e incluso aparece como protagonista de un curiosísimo cuento del escritor titulado ‘Una repetición de Losada’, que incorpora todos los elementos del romanticismo más clásico.

Con frecuencia he llamado la atención sobre la escasa memoria de los leoneses, a veces de todos los españoles, en lo relativo a la vida y obra de sus paisanos más ilustres. Contrasta con la pasión que algunos sienten últimamente por lo que han venido en llamar memoria histórica, que en el mejor de los casos oculta la intención de reescribirla a conveniencia, y en el peor la de repetir sus peores episodios a base de alentar rencores. Sobre esto me parecen de enorme actualidad algunos versos que escribió Zorrilla sobre el relojero Losada:

«Liberal por convicciones / Y por circunstancias luego / Jamás ha atizado el fuego / De nuestra guerra civil; / Un español, sea carlista / O liberal, a él bien llega, / Pues Losada no reniega / De ser español jamás; / Mi padre, ministro un día, / Puso a precio su cabeza, / Él con hidalga nobleza / Salvó más tarde mi honor. / Hoy, sin temor ni bajeza, / Del mundo a la faz lo digo: / Él es mi mejor amigo / Y no le tuve mejor».

Ojalá las campanadas del reloj de Losada pudieran impregnar a esta nación, que tantos tratan de dividir, de este carácter de su artífice que nos dibuja Zorrilla. Ojalá marquen el inicio de un año más civilizado y mucho menos cainita.
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