15/10/2020
 Actualizado a 15/10/2020
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Remataba hace siete días el ilustre Don Vélez su bienintencionada reflexión en este mismo espacio con una apelación a la cabezonería de los leoneses para frenar el galopante avance del maldito virus y poder seguir contentos de ser de aquí cuando la pandemia sea hemeroteca.

Siento desilusionar a mi joven pupilo, pero su apelación va a caer irremediablemente en saco roto, porque hace mucho que la cabezonería de los leoneses solo sirve para que vayamos unos contra otros –al más puro estilo de los venados en las noches de berrea– y para tirar piedras sobre nuestro propio tejado pese a que pasemos la vida llorando y suspirando por nuestra tierra. Quizá sea hora también de trabajar por ella o de hacer algo más que dedicarnos al lamento perpetuo y a criticar lo que los demás hacen o dejan de hacer sin poner ni una sola alternativa sobre la mesa. Porque la respuesta a la pandemia no está siendo más que un reflejo de la conducta habitual de la sociedad leonesa a la hora de afrontar cualquier tipo de adversidad. La culpa siempre es ajena a quien habla en cada momento y se reparte entre todos los demás.

¿Hemos hecho los cazurrines todo lo posible a la hora de respetar las medidas dictadas para frenar el virus? Me faltan dedos en las manos para contar los paisanos que me han narrado sus aventuras en el puente fuera de la cuna de la democracia, de la que huyeron sin hallar control alguno. ¿Para qué provocamos la cancelación de las reservas hoteleras si luego nosotros hacemos lo que nos sale de la entrepierna sin que nadie nos eche el alto? ¿Han hecho todo lo posible quienes son centinelas de nuestra seguridad? ¿Para qué ponemos al sereno a cerrar los bares a las once si hasta esa hora las terrazas parecen un parque de atracciones en el que las mascarillas brillan por su ausencia? ¿Han hecho todo lo posible los profesionales sanitarios? ¿Vigila alguien lo poco que hacen algunos de ellos por las mañanas y lo mucho que hacen por las tardes tras girar la llave y encender la caja registradora? ¿Han hecho todo lo posible unos políticos que –como diría Unamuno– se dedican a «estupidizar» la patria con sus enfrentamientos? Siento desilusionar a mi joven pupilo, pero hace tiempo que la cabezonería dejó de ser una virtud.
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