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Busquemos lo que nos une

19/02/2021
 Actualizado a 19/02/2021
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Los distintos ciclos económicos de expansión y de depresión, no solo condicionan datos económicos como el paro, el PIB, la renta per cápita, nuestro bienestar… también influyen en la educación, la cultura del esfuerzo, la disciplina y, en definitiva, cómo somos. No es una cosa nueva, todo es cíclico, como la moda de los vaqueros rotos.

La época de bonanza económica y estabilidad política que llevamos décadas disfrutando, nos ha hecho la vida más ‘fácil’ (con lamentables excepciones) y esta vida más ‘fácil’ ha originado que parte de la sociedad actual sufra una serie de fragilidades que se manifiestan en un exceso de hedonismo, inmadurez, irresponsabilidad, egocentrismo y falta de sacrificio, que son incompatibles con muchos de los retos a los que nos vamos a tener que enfrentar de ahora en adelante.

Somos una sociedad blandita y eso hace que los enemigos de la libertad, los violentos, los autoritarios… vayan arrinconándonos contra la pared, mientras nosotros nos dejamos enredar en asuntos menores que tienen más de cosmética que de existencial.

Ese hedonismo nos hace que busquemos la satisfacción y la recompensa a corto plazo sin pensar ni en las consecuencias, ni en un plazo más allá de unas semanas. Lo queremos todo y ya y los efectos de esto lo veremos dentro de unos años en los que hoy son nuestros niños y jóvenes.

La inmadurez nos conduce a que siempre busquemos el amparo, la protección y, lo que es peor, la aprobación de una figura paterna o materna que nos tutele y que, en momentos de crisis como el que comenzamos, tiende a recaer en el papá Estado y las administraciones.

La irresponsabilidad provoca que no seamos conscientes de que lo que hacemos o dejamos de hacer, tenga consecuencias para el bien común de la sociedad como manifiesta el imperativo categórico de Kant. Esto se traduce en que, en unas elecciones como las catalanas, haya más de 900000 constitucionalistas que se quedan en casa sin votar porque las opciones no les motivan.

El egocentrismo nos lleva a que pensemos que nosotros somos la repera y que para hacerse bien las cosas, tienen que hacerse como nosotros decimos y según nuestros intereses, sin atender a otras sensibilidades, provocando que por un lado los ciudadanos movamos nuestro voto de un partido a otro sintiéndonos frustrados y huérfanos ideológicos constantemente y por el otro lado, las estructuras de los partidos salten por los aires cuando un cargo público se permite sacar los pies del tiesto, saltarse unos mínimos de disciplina y lealtad y rajar más de la cuenta en la portada de un periódico o crear su propio partido.

Se acercan tiempos duros y los peligros de movimientos colectivistas cada vez nos acorralan más nutriéndose de nuestras divisiones. Es tiempo de sacrificio, responsabilidad, unidad y objetivos comunes, tanto en la sociedad como en los partidos políticos que creen en la libertad del individuo.
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