09/12/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Cuando el molinero de Santibáñez, Antonio Valbuena, siendo un rapaz se tiró desde el tejado de la escuela con un paraguas para volar se esmorró. Pero no le quedó nada claro que no se pudiera volar pues el sistema era perfecto. Cogió un paraguas más grande y tampoco. Y otro mayor y tampoco.

Y a la tercera lo dejó, antes de dejar la cara sin piñas.

Que lo parezca no quiere decir que lo sea, pero la lección no fue en balde pues ahora todo lo que le parece no quiere decir que lo sea. Y así cuando habla de cualquiera de nuestros prebostes suele empezar la conversación con un «qué cabrón, mucho traje, coche, secretarias, pero él sabe que yo sé que no es lo que parece». Yremata «menudo modorro».

No sé si será el nombre pues el otro Antonio Valbuena, El Melladín de Pedrosa, ya anduvo buscando modorros por toda España, incluso entre los que parecían listos, y los encontró.

Si los encontró. Tanto que al final tuvo que darle la razón a Sidoro el del Bar Casa Isidoro, otro que tal, que torcía la cabeza y se lamentaba: «Toda la vida matando tontos y cuando echo las cuentas me faltan muchos más que cuando empecé».

– ¿Y cómo puede ser eso?

– Pues porque las cosechas de modorros nunca las quema la helada.

Será. Si tiene que ser. Pero vuelvo al suco, que me esnorté. Que resulta que las cosas no son como parecen, aunque pinten bien, como el paraguas del Moli de Santibáñez. Así cuando Willy inventó un sistema para que aquellas buenas mujeres que eran las mondongueras no tuvieran que llorar picando las cebollas parecía tan perfecto como el paraguas pero...

Puso todas las cebollas en la masera, sacó la motosierra, aceleró... y salieron todas volando como no voló el molinero cuando se tiró del tejado. Yno es que lloraran las mujeres que estaban en la casa, lloraron hasta las que pasaban por la calle cuando salían las capas de cebolla huyendo y volando.

Pues el sistema parecía perfecto. Ya lo dice Martino: «Si echas a moler el molín de la razón... te muele a ti».
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