18/07/2020
 Actualizado a 18/07/2020
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Es posible que ante el sopor veraniego y la apertura de terrazas y piscinas, nos entreguemos a la engañosa sensación de que el coronavirus se ha marchado. Las vacaciones empujan a creer que la pesadilla terminó; sin embargo, nada más lejos. Habremos pasado lo peor, pero el SARS-CoV 19 sigue dando coletazos y en esta ruleta rusa todos estamos expuestos a ser víctimas.

A pesar de estar enfrentándonos a un enemigo desconocido, la experiencia vivida en los últimos meses nos dice que la mascarilla, el distanciamiento social y el uso frecuente de soluciones hidroalcohólicas es eficaz. Seguir estos consejos y frenar la pandemia ha sido todo uno. En la provincia de León por ahora no nos va mal, hay pocos o ningún caso, pero no nos confiemos y tengamos en cuenta que en cuestión de horas ha habido repuntes en Hospitalet, Lleida, Euskadi y Aragón. ¿Cuál es ahora el principal peligro? Obviamente en verano se producen más desplazamientos, ese es un factor crucial a tener en cuenta. La movilidad afectará aleatoriamente a algunas zonas. Pero los médicos que han estado luchando contra el virus en primera línea, alertan desde ya sobre la ruptura de burbujas, es decir, abrir círculos familiares o de amistad, ahora mismo es la fuente de todos los males. Un castigo, desde luego, para países como el nuestro, tan social. No poder abrazar o besar a antiguos compañeros de trabajo, al primo y al cuñado, al antiguo novio, puede ser un suplicio. Las bodas, comuniones, bautizos y cumpleaños aplazados en los que se reúnen familia y amigos que no se ven desde hace tiempo, suelen ser el mayor foco de contagios colectivos. No podemos comer langostinos con mascarilla y si en ese intermedio viene una prima de Huelva a saludarnos con la mejor intención, la burbuja se rompe. Nada hay de malo en seguir viendo a nuestros compañeros de cuarentena, pero rasgar esa línea sin protección nos pone a todos en riesgo.
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