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Buenos entierros

14/05/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Dicen que un día el hoy tan alabado, como antaño vilipendiado, Alfredo Pérez Rubalcaba, sentenció que España es un país en el que se entierra muy bien. Con su fallecimiento, esta frase ha sido muchas veces recordada, a modo de nueva formulación del ya famoso adagio que conjura el alejamiento del temido ‘día de las alabanzas’. De hecho, si Rubalcaba pudiera leer todo lo que sobre él se dice estos días, sin duda alguna se consideraría bien enterrado, con inciensos y encomios que seguramente no esperó en vida, pero también con cierta generosidad, a la que honestamente pudo aspirar, y para la que la política actual parece que no tiene capacidad ni disposición; tan enfrascada está en repartir carnés de traidores, en atribuir títulos de conspiradores terroristas, o en perseguir sañudamente la destrucción personal de los adversarios.

Quizá por esto de nuestra tan contrastada experiencia en enterrar bien y a conciencia, es por lo que la peña está tan revolucionada con la nueva obligación que las empresas tienen de llevar con carácter general un registro horario de la jornada efectuada por sus trabajadores y trabajadoras. Sabido es que en España el volumen de horas extraordinarias que no son ni retribuidas ni compensadas con descansos es abrumador. Esta falta de retribución del exceso de jornada es otra forma más, sumada a la insistente devaluación de los salarios, de despreciar el valor del trabajo y de afirmar y consolidar esa escala de valores construida pacientemente por el neoliberalismo en la que solo el capital y el beneficio son elementos de relevancia social.

Miles y miles de horas de la vida de miles y miles de personas trabajadoras enterradas y bien enterradas. Un escándalo, oiga. En un país donde se entierra tan bien, un verdadero sacrilegio, pero lamentablemente de un alarmismo injustificado, pues si esta norma se refiere a las jornadas completas, que nadie se olvide de la que hace ya muchos años obligaba al registro de la jornada de los contratos a tiempo parcial. Y las horas de exceso de estos siguen bien enterradas.
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