noemi4.jpg

Brandolini y la política-botijo

08/12/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Guardar
Con un argumentario más simple que el mecanismo de un botijo y un programa electoral exaltado e imposible de cumplir, Vox ha logrado al fin meter la cabeza. Ha sido en uno de los parlamentos autonómicos que quiere eliminar, pero que mientras tanto estrujará lo que pueda: el andaluz, desde el que va a empezar la reconquista, no se sabe muy bien de qué.

Y no sólo ha metido una cabeza, sino doce. Más de 400.000 votos para algunas tan excelsas como la de Francisco Serrano, primero de la lista, que dice que quiere a España, pero se ve que menos a los españoles cuando escribe: «En este país ya no caben más gilipollas. Si entra uno más por el Ferrol, se cae otro por Tarifa. Y lo peor es que todos ellos votan».

Se dirá que cualquiera tiene un momento bocazas, y es verdad, pero cuando las bravuconadas se acrisolan en un programa electoral ya es otra cosa. No sólo Vox aplica la política-botijo, porque prometer soluciones fáciles a problemas complejos siempre deslumbra a algunos, pero lo curioso del caso es que le haya funcionado un ideario tan rancio que parece sacado de una cápsula del tiempo.

Es clave analizar por qué ha ocurrido esto. Aunque la ley de Brandolini advierte de que la cantidad de energía necesaria para refutar una estupidez es de magnitud superior a la que se necesita para producirla, habrá que esforzarse. Hay que argumentar por qué una política retrógrada, contra las mujeres, xenófoba y homófoba no ayuda a la convivencia, sino todo lo contrario. Para no apostar por los que hacen el mundo más pequeño.

Un profesor andaluz de historia, Juan Naranjo, se preguntaba por qué algunos de sus alumnos, que votaban por primera vez, lo habían hecho por Vox. Chicos que habían tenido compañeros de otros países y participaron en actividades del instituto contra la violencia de género. Y además habían tenido a un profesor gay, él, pero acababan de votar «que su futuro matrimonio debe valer más que el mío».

Hay que comprender por qué tanto apoyo en El Ejido y Albuñol, donde los inmigrantes son la base de la economía agrícola. Estos días recordaba una viñeta de El Roto en la que una cerilla pedía el voto a unos árboles. Porque resulta sorprendente, pero hay leña que elige el fuego.
Lo más leído