Bosques en el Bolsillo

Hoy me acompañará en mi visita al Parque Nacional Acadia, la ‘joya de la corona’ de la costa Atlántica, el libro ‘Diario Rural’

Alfonso Fernández Manso y Óscar Fernández Manso
13/07/2019
 Actualizado a 12/09/2019
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Un proverbio árabe dice que «un libro es como un jardín que se lleva en el bolsillo». Hay libros que superan la categoría de jardín hasta llegar a la más compleja, elevada y salvaje de bosque. El libro ‘Diario Rural’de Susan Fenimore es un gran bosque que se acomoda en nuestro bolsillo. Un bosque que nos acompaña y nos transmite esas sensaciones, esos sentimientos y esos olores que directamente nos evocan los árboles.

Susan Fenimore vive sus horas rurales paseando por la naturaleza, las notas recopiladas en su libro recogen, a modo de diario, una sencilla crónica de esos pequeños acontecimientos que conforman el transcurso de las estaciones del año. Su libro se va haciendo paseo a paseo, estación a estación, especie a especie, día a día. El 30 diciembre, un día de pleno el invierno, Susan Fenimore escribe: «Las hermosas hojas se han ido y el ojo busca en vano un rastro de las brillantes cortinas del otoño, incluso sus fragmentos descoloridos yacen enterrados bajo la nieve. Los campos son todos iguales; la pradera y el campo de maíz y el lúpulo están recubiertos y desiertos; ni los trabajadores ni el ganado se ven en un campo durante los tres meses de nuestro año. Las líneas grises de las cercas de madera, los viejos tocones y los árboles sin hojas dispersos son todo lo que rompe los desechos blancos y anchos, que desde hace un tiempo llevaban las cosechas de verano».

En mi bolsillo me encuentro hoy con bosques vivos que me enseñan una nueva forma de sentir y mirar. Hoy me acompañará en mi visita al Parque Nacional Acadia el libro ‘Diario Rural’. Acadia es la ‘joya de la corona’ de la costa del Atlántico norte de Norteamérica. El Parque fue creado para proteger la belleza natural de las montañas y los promontorios rocosos más altos de la costa atlántica de los Estados Unidos. Acadia tiene hábitats con gran biodiversidad, aire y agua prístinos, y un rico patrimonio cultural. Susan Fenimore nos anima a que probemos todos los placeres que brindan valles, montes y campos, cultivos, bosques o abruptas montañas. Acadia, como veremos, rebosa de todos estos placeres.

Antes de empezar la lectura de ‘Diario rural’ hay que saber que estamos ante el primer y más influyente libro de la ‘nature writing’. ‘Diario rural’ se publicó cuatro años antes que ‘Walden’ y sabemos que Thoreau lo leyó. Ambos libros comparten muchas cosas: contemplan y reflexionan sobre la naturaleza cercana que les rodea. El 5 agosto, en una noche de placentero verano, Susan Fenimore escribe: «A las nueve de la noche, salimos a dar un paseo a la luz de la luna en el monte. Hermosa noche; la luna creciente brillaba a través de las ramas, llenando el bosque, por así decirlo, con formas fantásticas y salvajes que nunca se veían de día; En esos momentos, uno parece moverse en un mundo nuevo, entre árboles y plantas de otra creación». Este verano he encontrado en Acadia unas noches similares.

La audacia de Susan Fenimore fue muy grande no solo por ser pionera en un género literario que se estaba concibiendo, también por su condición de mujer e hija de James Fenimore Cooper uno de los escritores americanos de aventuras más reconocidos. El paisaje indomable que describe James Fenimore Cooper en novelas como ‘El último mohicano’ es libre, amplio y sublime. Un paisaje que se pierde en la medida de que se están extinguiendo los últimos nativos americanos. Hija y padre convivieron y su obra está recíprocamente influenciada. Seguramente, Susan influyó en la construcción de personajes femeninos como Alice y Cora, cada una a su manera, intentan enseñar a los protagonistas masculinos los valores de la misericordia, la dulzura y la compasión tan importantes para la conservación de la naturaleza. Susan Fenimore se convierte sin saberlo en una pionera de la conservación y la ecología.

El Parque Nacional Acadia está cubierto de numerosos bosques que se encuentran en la zona de transición de dos ecorregiones: el bosque boreal del norte y el bosque caducifolio del este. Se extiende por una parte considerable del Golfo de Maine, sobre montañas de granito esculpidas en el glaciar con lechos lacustres intercalados y bordeados por lechos rocosos. El Parque se compone de un conjunto de islas entre la que destaca la Mount Desert Island. El 1 junio, en una primavera similar a la que se pueden vivir en cualquier isla de Acadia, Susan Fenimore escribe: «Un día precioso. Hemos dado un paseo agradable. El campo entero está verde en estos momentos, más que en cualquier otro periodo del año. La tierra luce enteramente decorada por un delicado verdor de tonalidades varias: los árboles frutales se han desprendido de sus flores, y los vergeles y huertas están verdes; el bosque ha sacado a relucir su follaje fresco, las praderas siguen sin estar coloreadas por las flores y los jóvenes cultivos de cereal aún se muestran herbosos. Este matiz verde fresco del campo es muy encantador, y entre nosotros resulta muy fugaz, ya que pronto cede el paso a la coloración más cálida del pleno verano».



En un paseo contemplativo por Acadia como el que proponte Susan Fenimore visitaremos amplias zonas cubiertas de bosques de abetos, que son representativos de la influencia boreal. En nuestro paseo podremos ver también rodales de roble, arce, haya y otras maderas duras más típicas de la mayoría de Nueva Inglaterra. Además, en Acadia hay varias comunidades forestales únicas y aisladas, como los pinares y los matorrales de robles, que se encuentran en el Parque en su límite noreste. Del mismo modo, el jack pine (Pinus banksiana) alcanza el límite sur de Norteamérica. El 2 octubre, en el comienzo del otoño Susan Fenimore escribe: «Pero aquí y allá, en medio de estas agradables variedades de verdor, encontramos un brillante destello de color escarlata o carmesí, que nos recuerda que estamos cerca del cierre del año, bajo la influencia del brillante otoño y no de la suave primavera». En los bosques de Acadia se pueden vivir otoños como los que se describen en ‘Diario Rural’.

En Acadia, la fauna también es muy diversa, se han descrito más de 40 especies de mamíferos y se han censado más de 300 especies de aves. Una diversidad como la que describió Susan Fenimore un sábado, 2 de junio: «Mañana nublada seguida de una tarde encantadora. Hemos dado un paseo largo. Hemos ido por un camino secundario que nos llevaba por los montes hasta un lugar salvaje donde solo hay una casa habitada, y se encuentra a la orilla de una ciénaga sombría de la que ha quedado apartado el bosque. No obstante, hemos disfrutado el paseo con más razón, dado su carácter salvaje y rudo, tan distinto de nuestras caminatas cotidianas. Hemos pasado junto a varios manantiales preciosos en los bordes de arboledas sin vallar, y hemos visto algunas aves interesantes. Un hermoso pico dorado, o carpintero escapulario, un bonito pibí oriental y una pequeña y muy delicada reinita estriada, muy rara esta última y totalmente confinada al bosque».

Hoy finalizó mi visita a Acadia sabiendo que los bosques que llevo en mi bolsillo, los que vivió Susan Fenimore me han ayudado también a disfrutar con intensidad los bosques que me encontré en mis paseos. Hoy es 30 de agosto, el otoño está en el aire, en la luz y en el cielo, aunque la tierra sigue sin ser consciente de la proximidad de una nueva estación.
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